Desafios del feminismo socialista en la Cuba actual
Por Georgina Alfonso González
“Sin feminismo no hay socialismo”, es la consigna que sintetiza el desafío de la época actual para la emancipación latinoamericana. No es una consigna más para arengas revolucionarias o movilizaciones de mujeres, es una exigencia teórica y práctica para encontrar respuestas reales a las interrogantes aplazadas en las experiencias socialistas: ¿Cómo hacer más social, justo y humano la producción y reproducción de la vida? ¿Cómo construir poderes compartidos que enfrenten la exclusión, la corrupción, la discriminación y el autoritarismo? ¿Cuáles son las formas más efectivas de democracia participativa y protagónica con tiempos y espacios de felicidad y disfrute para mujeres y hombres? ¿Qué proyecto socialista nos convoca a cuidar y proteger la vida colectivamente? ■ ■ ■
Las respuestas a esta interrogante significan superar en pensamientos y acciones las contradicciones entre:
• Producción y reproducción de la vida.
• Autonomía y hegemonía política (relación movimiento-partido).
• La construcción de lo social desde los espacios públicos y privados.
• Sexualidad y control de los cuerpos.
• Vida cotidiana y sociedad futura.
Poner al pensamiento en función de la vida real de mujeres y hombres, sin exclusiones, es lo que legitima la validez revolucionaria de una teoría. Esto significa: pensar para transformar y transformar para pensar ¿hacia dónde vamos a cambiar? Hacia una nueva recolonización imperialista o hacia nuevos modelos sociales que acentúen la posibilidad histórica de más vida humana para todas y todos.
El llamado “socialismo real” en su despliegue político e ideológico subestimó al pensamiento crítico y transformador feminista y lo identificó como “teoría burguesa”. La coherencia teórica y práctica entre el socialismo y el feminismo no escapa a las tensiones y limitaciones epocales, no está exenta de burocratización, institucionalización, ideologización o fetichización. Sus avatares son los avatares de los grupos sociales que lo promueven y asumen.
La coherencia y el carácter emancipador del socialismo y el feminismo como teoría y praxis liberadora no depende de que avalemos académicamente sus postulados, depende de la apropiación que de ellos hagan las fuerzas sociales transformadoras para asumirlo y desarrollarlo en la resistencia y lucha cotidiana. Situar el socialismo donde se hace, es cambiar la noción de socialismo como proyecto discursivo a proyecto práctico-teórico posible.
El socialismo en Cuba está en una nueva etapa de profundización teórica, de reflexión colectiva sobre cómo pensar y hacer las transformaciones que la sociedad necesita para re-significar la posibilidad humana de vivir en comunidad solidaria, equitativa y dignamente. La sociedad cubana afronta el desafió de actualizar y fortalecer el proyecto socialista de emancipación humana insertándose en el sistema de la economía mundial capitalista, sin perder la soberanía y la autonomía del pueblo para decidir su destino histórico.
El proceso socialista cubano estableció como objetivo esencial: la eliminación de las formas tradicionales de discriminación entre el hombre y la mujer y la incorporación sostenida y amplia de la mujer a todas las esferas de la vida socioeconómica y cultural.
Es importante destacar la labor de la Federación de Mujeres Cubanas como organización que representó la unidad del movimiento de mujeres y feminista a partir de 1961. La FMC promovió el desarrollo integral de la mujer, su eficaz y total incorporación a la tarea de la construcción de la sociedad socialista, y la plena igualdad en todos los campos de la vida política, económica, social y cultural del hombre y la mujer.
Las mujeres cubanas radicalizaron la experiencia socialista del siglo XX en el continente americano, fueron
protagonistas de un proceso que las obligó a superarse a sí misma rompiendo con su historia y su cultura. Ellas pusieron las preguntas y salieron a construir las respuestas. ¿Cómo organizar la economía en función de la vida cotidiana? ¿Cuáles son las formas efectivas de empoderamiento de las mujeres sin la sobrecarga doméstica? ¿Cómo definir la heterogeneidad femenina sin menoscabar la unidad sociopolítica en las prácticas concretas? ¿Por qué no se incorpora la subjetividad de las mujeres cubanas a los discursos ideológicos del socialismo posible para Cuba?
El socialismo cubano estableció, como uno sus fundamentos esenciales, la emancipación de la mujer, lo cual significa asumir la participación protagónica de las mujeres en las principales transformaciones de la sociedad cambiando las relaciones entre los hombres y las mujeres a partir de la subjetividad femenina. Lamentablemente, este proceso no escapa de la retórica histórica idealista que omite el vínculo con la práctica real y concreta.
Crear una conciencia crítica y revolucionaria respecto a la existencia de una cultura machista, significó todo un desafío cultural, político y económico.
El movimiento de mujeres cubanas no ha dejado nunca de ubicar en el debate sobre el futuro de la sociedad, la necesidad de crear y fortalecer la conciencia crítica y revolucionaria contra la cultura machista (patriarcal) y el papel de los valores y la subjetividad de las mujeres en la lucha contra la opresión y la discriminación de cualquier índole en la sociedad cubana.
Sin embargo, en Cuba muy pocas mujeres se identifican feministas, aunque se reconocen abiertamente críticas del machismo y defensoras de los derechos de las mujeres. Todavía la teoría feminista es un déficit teórico y práctico del socialismo cubano. A pesar del trabajo de sensibilización y capacitación de género que se ha hecho por todo el país por diferentes instituciones y organizaciones cubanas con la influencia y el apoyo de la Cooperación Internacional, sigue existiendo un desconocimiento de la historia del feminismo y sus luchas, incluso desde nuestra historia nacional.
Hay dispersión y atomización en los esfuerzos que se hacen en el país desde los distintos espacios, organizaciones y proyectos por desarrollar una cultura feminista. Esto se asocia fundamentalmente a la poca comprensión política de las instituciones estatales y la falta de una agenda articuladora por parte de la FMC que vincule los esfuerzos formativos de incidencia estratégica sobre las mujeres (enfoques de género, masculinidades, visiones feministas y sobre las diversidades) con las urgencias de la práctica cotidiana de las mujeres cubanas.
Las medidas económicas y sociales adoptadas en los últimos años han afectado considerablemente alguno de los derechos conquistados por las mujeres en el proceso revolucionario. La falta de coherencia entre la teoría y la práctica revolucionaria subvierte la lógica emancipatoria del proceso socialista cubano abriendo nuevas brechas a la opresión y discriminación de género.
El proceso de actualización del modelo económico y social cubano modifica sustancialmente prácticas desarrolladas por cubanas y cubanos durante décadas. Los cambios que se proponen tienen impactos desiguales para hombres y mujeres. Aunque no hay una intención manifiesta de modificar relaciones de género establecidas en las políticas públicas, muchas veces los cambios se interpretan, por funcionarios y decisores, como si fuera inevitable pasar por alto los beneficios sociales alcanzado por las mujeres cubanas “pues no se sustentan económicamente”.
Por diversas razones, hay una vuelta de la mujer cubana al hogar y un reacomodo de las relaciones de género hacia prácticas patriarcales, lo cual contrasta con el número significativo de mujeres profesionales y promovidas a puestos de gobiernos y de toma de decisiones en espacios locales. Nuevas y viejas concepciones sobre lo femenino y lo masculino se están enfrentando en medio de un complejo escenario social donde se reconstruye la subjetividad y el ideal de futuro de las mujeres cubanas.
Existe una diversidad de experiencias, enfoques y valoraciones sobre cómo las mujeres cubanas están hoy desafiando las lógicas patriarcales en sus experiencias de vida. Sin embargo, los procesos de formación y reflexión colectiva sobre la crítica al patriarcado y el nexo entre feminismo y socialismo son aún fragmentados e inconexos, existen diversos posicionamientos que no hallan el modo de ponerse en común, así como esfuerzos formativos sectorializados que impiden avanzar en estos temas vitales para profundizar el sentido emancipatorio del proceso revolucionario.
Las mujeres cubanas están reclamando no solo la necesidad de cambios que viabilicen el dinamismo participativo de ellas, sino la permanente disposición de las mujeres a luchar por sus derechos y ser parte activa de las transformaciones sociales. Existe un amplio movimiento que despliega sus acciones en los espacios comunitarios dando respuesta a necesidades y carencias que tienen hoy las mujeres y las familias. Al mismo tiempo, proliferan grupos de mujeres de diferentes sectores sociales que se unen por intereses comunes u objetivos específicos vinculados a experiencias concretas de vida y las urgencias de satisfacer determinadas necesidades materiales y espirituales.
Sentidos éticos y políticos que aporta el sujeto mujer a la política emancipatoria de nuestro tiempo desde la experiencia cubana.
• La dignificación de las mujeres. La sociedad cubana se ha revolucionado más desde lo femenino.
• El reconocimiento a lo personal. La coherencia entre la ética personal y el discurso cotidiano.
• La resistencia cotidiana
• La igualdad insertada en el proyecto político como valor ético incuestionable.
• La participación y empoderamiento de las mujeres en proyectos de transformación social.
• Mayor disponibilidad al cambio social y la concientización de su necesidad
• La subjetividad femenina en la militancia revolucionaria, a pesar de su baja incorporación a las filas partidistas por predominio de la lógica patriarcal en tiempos y espacios de funcionamiento de la organización.
• La educación alcanzada y la cultura de igualdad de derechos y oportunidades
• La construcción de lo colectivo.
• Ir más allá de ver solo la perspectiva de mujer.
• La riqueza femenina desde la propia subjetividad.
• Formas múltiples de luchas y resistencias en el camino hacia la emancipación, modos diversos de actuar como sujeto mujer.
• Escucharnos y superar prejuicios entre mujeres y hombres.
• La crítica a la violencia abierta y simbólica y visibilización de la violencia sobre la mujer que existe en nuestro contexto con sus particularidades.
• Mayor independencia económica de las mujeres.
• La igualdad con un sentido diferente de relaciones humanas, horizontales y de respeto.
• La diversidad como fortaleza y un valor de nuestras prácticas.
• Aprender y reaprender el mundo desde la condición de mujer cubana.
• Superarse desde lo individual a lo colectivo sin dejar de ser mujer.
• Retroalimentación de los referentes de la lucha desde nuestras experiencias concretas de sujeto popular mujer.
• Lucha por el derecho a la vida digna.
• Reafirmación de la esperanza
• Se trabaja por y para el ser humano
• Hacemos trabajo de liberación y emancipación de la mujer
• Salimos de lo institucional cuando esta no satisface a la comunidad.
• Transformación de las vidas y las conciencia de las mujeres, para cambiar el mundo
• Desarrollamos el protagonismo de las mujeres desde sus propios valores: solidaridad, cuidado, trabajo colectivo, respeto a sí misma.
• Fortalecimiento de los referentes políticos que asumen la diversidad de subjetividades dentro del movimiento revolucionario y de mujeres.
• Educación de lo colectivo como principio ético y político sin sustituir las individualidades.
La lucha contra la cultura patriarcal frente a los nuevos escenarios de cambio en Cuba plantea como desafíos:
• Diseñar la actualización del modelo económico y social con una nueva lógica económica de producción y reproducción de la vida. Ver los aportes de la economía feminista.
• Ampliar las políticas públicas de beneficio a la mujer considerando el contexto actual donde aparecen mayores desigualdades de género y hay cierta feminización de la pobreza.
• La cultura patriarcal sigue sentada en el deslinde entre los productivo y lo reproductivo. Las propuestas económicas, políticas e ideológicas revolucionarias deben incluir el debate sobre la centralidad de la reproducción de la Vida como perspectiva civilizatoria opuesta a la reproducción del capital.
• El patriarcado se reproduce en las nuevas relaciones de pareja. Hay que conectarse con las jóvenes mujeres para hablar de estos temas. Recuperar la educación sexual.
• En el imaginario colectivo el cuerpo femenino sigue siendo un objeto de cambio y mercancía.
• Las dinámicas familiares son muy patriarcales y se impone llamar a pensar a la generación de mujeres que está entre los 30 y 50 años, que se beneficiaron de las luchas de sus madres, las acompañaron pero no participaron protagónicamente de ellas y están asumiendo una actitud pasiva hacia la educación de sus hijos en estos temas.
• El socialismo es, también para las mujeres. Los valores que han fortalecido las luchas del movimiento de mujeres son hoy valores de los cuales no puede prescindir el socialismo.
• El movimiento de mujeres en Cuba hay que actualizarlo, fortalecerlo y conectarlo con las experiencias de luchas y resistencias de los movimientos de mujeres y feministas en la región.
• Es necesario concientizar las desigualdades e inequidades que se reproducen a nivel de los saberes populares y el conocimiento. Abrirse a otros contextos de la comunidad científica cubana, donde no se puede hablar desde la experiencia individual y cotidiana. Es importante ir más allá de lo cuantitativo y cualitativo y ampliar los aportes de la metodología feminista al pensamiento contemporáneo.
• Hay que socializar estos temas desde la academia para revindicar el feminismo como revolución filosófica y la revolución epistemológica que el feminismo crítico ha producido.
• El tema relacionar entre hombre y mujeres es vital. No es un problema de que las mujeres arrastren a los hombres, los hombres tienen que buscar su camino propio hacia la plena emancipación. Todo lo excluyente es malo, no tienen que ser todo solo de hombre o solo de mujeres lo mixto también es importante y necesario. Lo mixto no puede imponerse.
• Lo interesante es salir de espacios específicos y multiplicarnos a otros espacios como la academia y la universidad. La visión androcéntrica de la ciencia niega el espacio de las mujeres y los saberes y conocimientos que desde las mujeres se producen.
• Incorporar a los hombres desde la masculinidad y la sensibilidad que emancipa. Muchos talleres sobre género y feminismo excluyen a los hombres y cómo, entonces, hacer que los hombres cambien su perspectiva patriarcal si están excluidos de los procesos de concientización y educación, hay que involucrar a más hombres en esta lucha.
• Hablar desde América Latina no excluye del contexto cubano aunque vivamos experiencias diferentes, tenemos problemáticas comunes.
• Hay una herencia simbólica patriarcal que limita hablar públicamente de estos temas y hace falta abrir el debate sobre los símbolos que el patriarcado construye y se incorporan de manera inconsciente al accionar de mujeres y hombres.
• Las nuevas generaciones de mujeres tienen otras perspectivas, han hechos suyas prácticas emancipatorias por las que ha luchado el feminismo como el derecho al aborto, al trabajo fuera del hogar, una sexualidad sana y responsable, a construir libremente su relación de pareja, a decidir sobre su cuerpo, entre otras.
• Se impone fortalecer a la FMC como organización de las mujeres cubanas. Hay que hacer y pensar desde una sólida teoría feminista para no perdernos en debates superfluos, prejuicios y desconocimientos históricos.
A menudo se escucha la afirmación, de que las mujeres cubanas estamos volviendo a aceptar los valores machistas-patriarcales. Los argumentos son diversos y se apoyan en experiencias cotidianas, individuales y colectivas, que chocan con los referentes éticos y políticos expuestos anteriormente. Las épocas de crisis enfrentan lo más conservador con lo más revolucionario y en esa lucha se produce el cambio. Pero, no todo cambio es revolucionario y emancipador. Se está levantando una nueva ola revolucionaria cubana y en ella el feminismo socialista debe alcanzar la cresta y hacerse hegemónico en la recuperación del reconocimiento social trabajo productivo y reproductivo, en la ampliación de las políticas públicas con nuevas relaciones, tiempos y espacios sociales partir del diálogo entre la sociedad civil y el estado, en el fortalecimiento de la autonomía de las organizaciones sociales y su relación con la conducción política del proceso (partidos), en las conductas e imaginarios colectivos, en el uso de la tecnología y la comunicación, en la nueva simbólica revolucionaria.
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Last modified 2014-02-20 09:38 PM
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