Igualdad de género en la economía: Empleo, responsabilidades familiares y obstáculos socio-culturales
Por: Helena Hirata*
Crisis económica, globalización y división sexual del trabajo■ ■ ■
Si bien existen muchos análisis sobre la crisis económica mundial, hay muy pocos sobre los impactos diferenciados según los sexos, es decir, distinguiendo las consecuencias de la crisis para mujeres y hombres. Un análisis global se torna difícil por el impacto extremadamente desigual de la crisis según los países que constituyen el sistema económico mundial. Sin embargo, se puede decir que la crisis de los mercados financieros, la crisis bancaria, la crisis económica propiamente dicha y la crisis social redundaron en tendencias hacia la precarización y el desempleo que afectaron desigualmente la mano de obra masculina y femenina.
Las mujeres son mayoritarias en las situaciones de desempleo, particularmente de desempleo oculto. Y a la precarización del trabajo de las mujeres se suma la precarización familiar: ambas requieren ser analizadas conjuntamente. A estos dos factores se suma la vulnerabilidad sexual: el ejemplo de las mujeres sin techo de Tokio ilustra bien esa conjunción. El 8 de marzo de 2009, las mujeres sin techo que estaban bajo cajas de cartón en el jardín de Ueno fueron acosadas por hombres que pasaban y les decían: ah, ¿Uds son mujeres? ¿Y porque no se prostituyen en vez de vivir bajo cartones en el parque? Es más fácil y mejor. A la violencia económica se unía la violencia sexual hacia las mujeres, a lo que ellas respondieron creando la «red de mujeres pobres» en Japón, que incluye no sólo a las mujeres sin techo, sino también a las mujeres jefas de familia.
Por otro lado, el proceso de globalización, si bien creó más empleos para las mujeres, tanto en los países capitalistas desarrollados como en los países denominados «en vías de desarrollo», creó empleos vulnerables y precarios que acentuaron la división sexual del trabajo y las desigualdades sociales, no sólo de género, sino también de clases y de razas. Las privatizaciones, la disminución de la protección social, la reducción de todos los servicios públicos, que comenzaron con el ajuste estructural de los años ochenta y son la tendencia actual, tanto en los países del Norte como del Sur, tienen como consecuencias no sólo la disminución del trabajo decente para mujeres y hombres, sino también la explotación creciente del trabajo gratuito de las mujeres en la esfera doméstica y familiar.
Nuevas configuraciones de la división sexual del trabajo
En lo referente a la división sexual del trabajo profesional a nivel internacional, hay tres aspectos relativamente recientes que son parte de las nuevas configuraciones de la división sexual del trabajo:
- La bipolarización del empleo femenino
- El cambio en los modelos de “conciliación” entre vida familiar y vida profesional
- La división sexual en el lugar de trabajo
La bipolarización es resultado, en parte, de los procesos que se desarrollan en la esfera educacional. Las mujeres son más instruidas y más diplomadas que los hombres prácticamente en todos los niveles de escolaridad y en todos los países: punto de convergencia entre países de capitalismo avanzado (Norte) y semi-industrializados (Sur). Presenciamos el desarrollo de un polo constituido por mujeres ejecutivas y profesionales con diplomas de nivel superior. Ese polo, que se constituyó sobre todo a partir de los años noventa, representa aún un porcentaje muy reducido, pero que va en aumento. El otro polo es constituido por mujeres asalariadas en sectores tradicionalmente femeninos: empleadas domésticas y jornaleras, sector de la salud (auxiliares y técnicas de enfermería), la educación (principalmente maestras de pre-kinder y de primer grado), prestación de servicios (por ejemplo, profesionales del cuidado), comercio (vendedoras, cajeras). La consecuencia política de esta bipolarización es el aumento de las desigualdades sociales y del antagonismo en el interior del grupo social de las mujeres.
Modelos de conciliación vida profesional – vida familiar. Esta bipolarización es uno de los factores del actual cambio en los modelos de conciliación vida familiar-vida profesional: las mujeres ejecutivas con puestos de responsabilidad y con carrera sólo pueden trabajar si otras mujeres aseguran las tareas domésticas y de cuidados. De allí la formidable fuerza política potencial de las empleadas domésticas, jornaleras, nodrizas y cuidadoras/es de ancianos, de personas con deficiencia física o mentales, de enfermos crónicos (las personas vulnerables).
- El modelo tradicional: el hombre es proveedor y la mujer cuida la casa y los hijos.
- El modelo de conciliación: la mujer trabaja fuera, pero concilia el trabajo profesional con el trabajo doméstico. El hombre no concilia, no hay exigencias en ese sentido por parte de las instituciones de la sociedad o de las normas sociales.
- El modelo de asociación: hombres y mujeres comparten las tareas domésticas y de cuidado de la familia. Pero la coparticipación supone igualdad y ausencia de relaciones de dominación. ¿Se puede decir que esas condiciones existen?
- El modelo de la delegación: la mujer delega a otras mujeres el cuidado de la casa, la familia, los niños. Esta tendencia de recurrir a la empleada doméstica, tradicional en los países de América Latina, es más reciente en Europa o en Estados Unidos, donde se recurre cada vez más a la migración internacional de mujeres asiáticas o latinoamericanas. Los intensos flujos migratorios del Sur hacia el Norte instauran una verdadera «globalización de la cadena de cuidados». Desde fines de la década de los noventa, en los países del Norte, el número de mujeres migrantes superó el de los hombres migrantes.
La división sexual del trabajo en el lugar del trabajo
Encontramos diversos fenómenos relacionados con el lugar del trabajo:
- La reproducción de la división sexual del trabajo en los cuidados: el 90% o más de los trabajadores del cuidado son mujeres, tanto en los países del Norte como del Sur.
- Existen cambios incipientes en la división sexual del trabajo en algunos sectores, como la construcción civil o los transportes colectivos (conductoras de autobuses), donde el porcentaje de mujeres es aún poco significativo, pero con alguna tendencia al crecimiento en países tan distintos como Francia o Brasil.
- La masculinización de la profesión de enfermería en hospitales como consecuencia de los cambios tecnológicos y del uso de equipos computadorizados para cirugías, scanners, resonancia magnética, etc.
- La feminización de profesiones médicas en áreas como dermatología, pediatría, etc., donde las mujeres son asalariadas en clínicas y hospitales y no profesionales liberales con consultorio propio, como es el caso de ciertos hombres médicos. Las mujeres ocupan campos de la medicina con horarios que permiten «conciliar» vida familiar y vida profesional. Pocas están en el área de urgencias o cirugía, profesión prestigiosa y con altos salarios.
- Persistencia de las desigualdades: raras son aún las gerencias femeninas en la industria, donde ellas enfrentan dificultades con subordinados del sexo masculino. Las mujeres también siguen siendo poco favorecidas por las formaciones profesionales en comparación a los hombres. Se debe notar la importancia de las políticas públicas en ese campo de la formación y en el de la feminización de profesiones tradicionalmente masculinas.
Obstáculos socio-culturales para una efectiva igualdad de género
El ejemplo del trabajo de cuidados es paradigmático de los obstáculos para una real participación mixta e igualitaria de hombres y mujeres en tareas que deben ser asumidas por toda la sociedad, y no sólo por las mujeres; pues todos son vulnerables en algún momento del ciclo de vida, contrariando el modelo centrado en el hombre blanco, calificado, en la flor de la vida, saludable, etc.
Los obstáculos para una participación igualitaria de hombres y mujeres en el trabajo doméstico y de cuidados son numerosos:
- El no reconocimiento del trabajo de cuidado como trabajo. Bajo prestigio social de un trabajo no reconocido socialmente. Muchas cuidadoras, asimiladas a las empleadas domésticas, o con el estatus de éstas, no gozan de todos los derechos laborales. Hay una necesidad de profesionalización de esa actividad, y el ejemplo de países que están profesionalizando esas actividades con una visión de creación de nuevos empleos, como Francia, muestra como esta profesionalización es posible.
- El no reconocimiento salarial, monetario. Los hombres dicen que siendo proveedores, no pueden permanecer en un sector con salarios tan bajos. Sostener la familia, poder casarse, depende de ese reconocimiento monetario. Las mujeres, jefas de familia y también proveedoras en proporciones significativas en prácticamente todo el mundo, también necesitan de mejores salarios.
- La imagen de la cuidadora como teniendo vocación para hacerlo sin contrapartida, el amor, la preocupación, no corresponde a la imagen del hombre viril que no está dispuesto a realizar un trabajo emocional.
Rol de las políticas públicas en la economía de los cuidados
Necesitamos pensar en una «nueva ecuación entre Estado, mercado y familia». Nuestra hipótesis es que existe una interdependencia entre los actores citados. Lo ilustramos nuevamente con el trabajo de cuidados a partir de una comparación internacional Brasil-Francia-Japón, que forma parte de una investigación en curso sobre «Teorías y prácticas del cuidado en una perspectiva comparativa».
En el caso de Francia, vemos la implantación de numerosas políticas públicas que son simultáneamente políticas de empleo, con subsidios como la APA (subsidio personalizado de autonomía) para los ancianos y la reducción de impuestos para quienes emplean trabajadores domésticos y de cuidados.
En el caso de Japón, el gobierno paga un 90% del servicio efectuado en el cuidado de ancianos y el receptor del cuidado 10%. El mercado participa en función de la autorización que el gobierno concede a las empresas privadas para el suministro de los servicios de cuidados.
En Brasil, las políticas públicas para los más necesitados, que a través del Programa de Salud de la Familia crean nuevos oficios como los ACS –agentes comunitarios de salud– o los APS –agentes de protección social–, proporcionan cuidado a los niños y a los ancianos, como parte de la prevención en salud del conjunto de los miembros de la familia visitada. En la ciudad de São Paulo, la Secretaría Municipal de la Salud creó un Programa de Acompañamiento de Ancianos con 150 cuidadores remunerados por el gobierno municipal. Tales programas municipales existen en otros países, como por ejemplo en Argentina o Suecia.
En los tres países citados, el Estado se apoya en los órganos municipales para ejecutar su política; al nivel del mercado, las instituciones de larga estadía para los ancianos, de carácter privado, coexisten con agencias creadas por empresarios individuales y oferta de mano de obra de empleadas domésticas que fungen de cuidadoras de ancianos; también en los tres países, las ONGs tienen una actuación significativa en el terreno de los cuidados, así como los voluntarios, que en Brasil, desde instituciones filantrópicas, aseguran una parte de las tareas que esas instituciones no están en condiciones de mercantilizar.
Conclusión
Anhelamos cambios en la actual división sexual del trabajo, porque se trata de una división desigual que discrimina a las mujeres y está lejos de configurar la igualdad de género que queremos. Creemos que la división sexual del trabajo profesional no puede cambiar, sin modificar la división sexual del trabajo doméstico y la división sexual del poder y del saber en la sociedad. Los obstáculos para ese cambio son numerosos. Ya nos hemos referido a algunos de ellos a través del análisis del trabajo del cuidado. Podemos decir que los privilegios de los que los hombres disfrutan hoy en la división actual del trabajo doméstico y profesional, y que los hombres, en tanto grupo social, quieren mantenerlos, son un obstáculo poderoso. Muchas veces actúan a favor del grupo social de los hombres, los partidos, los sindicatos, las instituciones como los medios de difusión, la escuela, la empresa.
¿Qué podemos hacer para cambiar esta situación? Podemos mencionar el ejemplo de ciertas políticas públicas y sociales para alcanzar una mayor igualdad de género, que están incorporadas a la convención de la OIT sobre el trabajo doméstico. Se debe siempre luchar –y es el papel de los movimientos sociales, como de los movimientos feministas y el movimiento sindical– para que las prácticas sociales correspondan plenamente a la legislación. La cantidad de empleadas domésticas embarazadas que son despedidas, a pesar de la ley que garantiza el derecho al empleo de las mujeres embarazadas, es un ejemplo de esa brecha entre la legislación vigente y las prácticas de los actores.
(Traducción ALAI).
*Helena Hirata, investigadora brasileña, Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS), Francia. (Texto sobre el tema presentado en el 9º Encuentro de la MMM. Una primera versión de este artículo fue preparada para el Congreso de la CEPAL, Brasilia, 2010).
Referencias bibliográficas
Carrasco, Cristina (2001) La sostenibilidad de la vida humana : un asunto de mujeres ?, in Mientras Tanto, n° 82, otono-invierno.
Falquet, Jules, Hirata, Helena, Kergoat, Danièle, Labari, Brahim, Le Feuvre, Nicky, Sow, Fatou (dir) (2010) Le sexe de la mondialisation. Genre, classe, race et nouvelle division du travail. Paris :Presses de Sciences Po, 278p.
Beneria, Lourdes, Floro, Maria, Grown, Caren, MacDonald, Martha (ed.) (2000) Gender, A Special Issue on Globalization, Feminist Economics, volume 6, number 3, november, p. vii-xviii.
Ehrenreich, Barbara, Hochschild, Arlie R. (ed.) (2003) Global Woman. Nannies, Maids and sex workers in the new economy, Metropolitan Books, Henry Holt and Company, New York.
Lombardi, Maria Rosa (2010) A persistencia das desigualdades de gênero no mercado de trabalho, in Costa, Albertina e al (org), Divisão sexual do trabalho, Estado e crise do capitalismo, Recife, SOS Corpo, p. 33-56.
Morokvasic, Mirjana (2008) Travail et genre dans l’étude des migrations : un regard retrospectif, in Falquet et al (dir), Femmes, genre, migrations et mondialisation : un état des problématiques, CEDREF, Université Paris Diderot Paris 7, p. 33-56.
Observatorio Brasil da Igualdade de Gênero (2009) Impacto da crise sobre as mulheres, Brasilia : IPEA, SPM, OIT, 2° edição
Osawa, Mari, Muramatsu, Yasuko (2009) Women and the Economy – Globalized Economy and Financial Crises from a Gender Perspective, in Japan NGO Report 2009 For Beijing + 15, Tokyo: Japan Women’s Watch, October, p.31-43
Picot, Geneviève (2000) Le rapport entre médecin et personnel infirmier à l’hôpital public : continuités et changements. Cahiers du Genre, n° 26, p.121-130, 2000.
Copyrights
:
CC by-nc-sa 2.0
Last modified 2014-02-21 07:26 PM
Last modified 2014-02-21 07:26 PM