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World March of Women

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Así nació la Marcha

Por Michèle Asselin y Emilia Castro*
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El 26 de mayo del 1995, respondiendo a un llamado de la Federación de Mujeres de Quebec, 850 mujeres marcharon hacia la capital de la provincia de Quebec reclamando: Pan y Rosas.

Ellas reclamaban del gobierno cambios con el objetivo de mejorar las condiciones económicas a través de nueve reivindicaciones esenciales. Durante los diez días, tres contingentes de mujeres recibieron un apoyo masivo de la población. El 4 de junio de 1995, después de haber caminado 200 Km, las mujeres fueron acogidas por 15,000 personas frente a la asamblea nacional de Quebec.

La marcha de Pan y Rosas ha escrito una página importante de la historia de las mujeres y de Quebec.
Las mujeres caminaron por Pan para cubrir las necesidades esenciales y Rosas por una mejor calidad de vida. 850 caminantes apoyadas por millares de mujeres reclamaron mejores condiciones de vida y trabajo para ellas mismas, para sus madres, sus hermanas, sus amigas, sus vecinas, para todas las mujeres.

A finales de agosto de 1995, una importante delegación del movimiento de mujeres de la provincia de Quebec participa en el Foro Mundial de Mujeres, en el marco de las Naciones Unidas, en Beijing, China. Es en este evento marcado por la solidaridad internacional que la delegación de Quebec lanza la idea de una marcha mundial de mujeres.

Se organiza un taller y alrededor de 20 mujeres de varios continentes responden a la invitación, se comparte la experiencia con un video. Sorprendidas, las participantes preguntan por qué ¡las mujeres marcharon 200km!  Se explica la pobreza de las mujeres, que existe un Sur en el Norte, se cuenta que se obtuvieron algunas reivindicaciones concretas pero también hubo decepciones.  Compartimos con las mujeres presentes sobre las diferentes realidades de nuestros países.  Hablamos que en la provincia de Quebec, esta acción ha sido fundamental y que una de las conquistas más importantes es la solidaridad, que fue tejida de manera muy fuerte, kilómetro a kilómetro.

Presentamos esta idea un poco loca, de organizar una marcha mundial de mujeres para el año 2000; mujeres de todas partes del mundo marcharían para denunciar las políticas del Fondo Monetario Internacional, para exigir de los países miembros de las Naciones Unidas gestos concretos para oponerse a la pobreza de las mujeres.  Era todo un proyecto, pero si todas nos uníamos, todo era posible; así se lanzó el proyecto.

El contexto

Fue en un mundo cada día más globalizado que esta idea de una marcha mundial de mujeres hizo su camino; un mundo construido por la fuerza conjunta de dos fenómenos mundiales.  Por un lado, la perpetuación de un sistema basado en la dominación de los más vulnerables: el patriarcado; y por otro, la dominación de un sistema de explotación económica único: el capitalismo neoliberal.
 
Dos sistemas dominantes que se alimentan y se refuerzan mutuamente.  La mundialización de la economía de los mercados se desarrolla en función de las grandes empresas y multinacionales.  Ella empobrece un número creciente de mujeres tanto en el Norte como en el Sur; asistimos, igualmente, a una multiplicación de conflictos armados en las regiones pobres que golpean particularmente a las mujeres y los niños.  Las violencias hacia las mujeres continúan siendo una realidad universal: violencia conyugal, agresiones y mutilaciones sexuales, violaciones sistemáticas en tiempos de guerra.

En ese tiempo, Quebec se estaba preparando para recibir la tercera Cumbre de las Américas para avanzar en el Área de Libre Comercio de las Américas (el ALCA) que propugnaba, de manera muy clara, que las naciones y los pueblos debían adaptarse, o más bien dicho someterse, a la globalización de los mercados.  Los movimientos sociales del continente respondieron señalando que este tipo de tratados son el origen de desigualdades económicas y sociales, y que también van en perjuicio del medio ambiente en el mundo entero.

Es en ese contexto que preparábamos la Marcha del año 2000.  El movimiento de mujeres de Quebec tomaba cada día más conciencia de los desafíos de este periodo para su provincia.  Marca de manera importante la solidaridad internacional, sobre todo la cooperación internacional que se estaba llevando a cabo desde hace muchos años, de Norte a Sur.  Esta vez, esta solidaridad se expresaba de Norte a Sur y de Sur a Norte.

Se recordará por mucho tiempo la Marcha Mundial de las Mujeres del año 2000.  En octubre de ese año, 6000 organizaciones no gubernamentales, repartidas en 261 países y territorios, desfilaron en aldeas, barrios, ciudades y frente a los gobiernos.  Fueron millares de mujeres y aliados que apoyaron las reivindicaciones de la Marcha Mundial de las Mujeres.  En un tiempo récord, de apenas siete meses, se recogieron más de 5000 firmas para exigir a quienes toman las decisiones políticas y económicas un cambio radical a nivel mundial para poner un punto final a la pobreza y a todas las formas de violencia hacia las mujeres.

En Quebec, la Marcha Mundial de las Mujeres logró un éxito inesperado: una movilización impresionante, una excelente cobertura mediática y una campaña de educación popular de gran alcance sobre la pobreza y la violencia que viven las mujeres.  Permitió el desarrollo de una conciencia feminista internacional para las quebequenses.

La creación de una red de mujeres de todos los sectores, importantes alianzas entre los grupos de mujeres y de las mujeres de grupos mixtos, las mujeres de las organizaciones sindicales, son los logros más importantes.  Esto se evidencia de manera más concreta en el papel que jugamos las mujeres de la marcha de las Américas en la Cumbre de los pueblos del 2001.

Nuestro trabajo a nivel mundial continuó a través de las coordinaciones nacionales integrantes de la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), con nuestra voluntad de construir, en conjunto, una carta mundial de las mujeres para la humanidad, respondiendo a la urgencia de proponer alternativas económicas, políticas, sociales y culturales para hacer posible otro mundo.  Sí, es posible edificar un mundo fundado sobre la base de igualdad entre las mujeres y los hombres, entre todos los seres humanos y entre los pueblos, respetando nuestro medio ambiente planetario.

La Carta Mundial de las Mujeres estableció cinco valores y 31 afirmaciones del mundo que las mujeres queremos construir.  En ese mundo, la explotación, la opresión, la intolerancia y las exclusiones serán abolidas y la integridad, la diversidad, los derechos y las libertades de todas las mujeres y los hombres serán respetadas. Ese mundo basado en los cinco valores: igualdad, libertad, solidaridad, justicia y paz.
 
La elaboración de la Carta Mundial de las Mujeres por la Humanidad ilustra claramente el esfuerzo realizado por la Marcha para reflejar la diversidad de los grupos participantes. Esto fue fruto de intercambios, de reformulaciones de muchas frases para que las palabras traduzcan correctamente las ideas sobre las cuales las mujeres habían trabajado.

Acciones planetarias

Los tres tiempos de acción planetaria han sido ocasiones para movilizar a las mujeres, crear alianzas y llevar adelante nuevos combates.

La Marcha se hizo de un movimiento de acciones feministas, rearticulando grupos y organizaciones de base que trabajaban para eliminar las causas de la pobreza y de la violencia hacia las mujeres. Un movimiento irreversible de luchas contra todas las formas de desigualdades y de discriminaciones que viven las mujeres. Hasta el día de hoy, la Carta es utilizada como un referente importante en los grupos de base de mujeres de Quebec

Logros importantes de las mujeres de Quebec son el desarrollo de la conciencia internacional y un mayor conocimiento de los desafíos de la mundialización neoliberal.  Una mejor comprensión de las condiciones de vida y de trabajo de las unas y de las otras que están interrelacionadas y que la solidaridad internacional es una estrategia indispensable en la defensa de los derechos de las mujeres.

Hemos utilizado diversas estrategias que no usábamos antes, interpelamos a las grandes instituciones mundiales como la ONU, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio.  Hemos aprendido unas de otras a escuchar y comprender la realidad de las otras; como por ejemplo, en los intercambios sobre la Carta Mundial en Ruanda, en las discusiones de temas difíciles como el aborto, la pena de muerte o los derechos de las lesbianas.  Aprendimos a generar confianza en grupo, porque hemos avanzado casi siempre a pesar de las divergencias ideológicas y de estrategias.  Es lo que hace nuestra fuerza y nuestra credibilidad.

Hemos reforzado el movimiento de las mujeres de Quebec y hemos adquirido un reconocimiento importante en el conjunto de los movimientos sociales y de cierta manera en la sociedad. Haber conseguido iniciar un movimiento de esta magnitud nos ha permitido creer en nuestra fuerza colectiva. Esto quizás es la más importante de nuestras conquistas.

Si en el año 2000 teníamos 2000 razones para marchar, en el 2013 tenemos todas las razones para movilizarnos con las mujeres de todo el planeta. ¡Somos sindicalistas, estudiantes, militantes en un grupo de mujeres, en grupos comunitarios, somos feministas!

Somos trabajadoras, somos diferentes y parecidas. Juntas y plurales queremos que nuestras acciones aceleren el lento progreso hacia la igualdad y la autonomía de las mujeres.

Somos fuertes con nuestras voces comunes, con nuestras voces que hablan en nombre de todas las mujeres. Estamos comprometidas en la construcción de un mundo mejor basado en los valores de la Carta Mundial de las Mujeres por la Humanidad, un mundo de igualdad, de libertad, de solidaridad, de justicia y de paz!

Y quisiéramos terminar con un pequeño texto de la escritora y militante feminista Hélène Pedneault que nos ha dejado el 1 de diciembre del 2011:

La Marcha Mundial de las Mujeres comenzó hace milenios. Venimos de muy lejos y todavía no llegamos al destino. Hace menos de un siglo -un suspiro en la historia- las mujeres no tenían ninguna identidad: ni profesional, ni civil, ni política, ni social. Sin embargo, desde el comienzo de la opresión de las mujeres, desde el comienzo de las civilizaciones, las mujeres montaron las barricadas, en nombre de todas las mujeres. Rompieron las jaulas, abrieron las puertas. En todos los tiempos, las mujeres hablaron en voz alta a pesar de las mordazas, las mujeres escribieron su versión del mundo a pesar de las trabas, en nombre de todas las mujeres. En todo tiempo, las mujeres tuvieron placer a pesar de lo prohibido. En todo tiempo, tuvimos la habilidad de los oprimidos.  Jamás fuimos mudas: ignoraron nuestra voz. Pero nada nos detenía. Nada nos detendrá.
Helen Pednault, feminista de Quebec.

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*Michèle Asselin es militante feminista y fue presidenta de la Federación de Mujeres de Quebec 2005 - 2010. Emilia Castro es miembra del Comité Internacional de la MMM.  Texto presentado por Emilia Castro en el noveno encuentro internacional de la MMM.

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Last modified 2014-02-20 09:22 PM