El 10 de agosto de 2000, en Brasil, unas 20.000 mujeres participaron en la Marcha de las Margaridas. Como resultado de esta Marcha, una delegación se reunió con el Presidente del país y con el Ministro de la reforma agraria e hizo entrega de su pliego de reivindicaciones, con los tres puntos principales siguientes: valorización y fortalecimiento de la participación de las mujeres en la reforma agraria y la agricultura familiar; garantía y aumento de los derechos laborales y sociales; lucha contra la violencia y la impunidad en el campo y contra todas las formas de discriminación social o por motivos de género.
Productoras de un tercio de los alimentos de base del país, las mujeres campesinas trabajan de 15 a 18 horas diarios y eso desde la edad de 10 años. En un medio caracterizado por la exclusión social, la discriminación y la violencia sexista, las mujeres son víctimas de violencia dentro y fuera del hogar. De hecho, el nombre de Marcha de las Margaridas es un homenaje a Margarida Alves, presidenta del Sindicato de Trabajadores rurales de Alagoa Grande, Paraíba, que fue asesinada el 12 agosto 1983 cuando estaba luchando contra los grandes terratenientes de caña de azúcar.
Algunas de las manifestantes llevan cestos vacíos, símbolo de pobreza, otras, cruces para atraer la atención sobre el problema de la violencia hacia las mujeres, otras más ramas y flores en signo de paz y de justicia social.
El campo brasileño sufre los efectos devastadores de la modernización tecnológica, llevada a cabo en el marco de una economía neoliberal. Las participantes de la Marcha exigen una reforma agraria que permita a los trabajadores agrícolas volverse propietarios de las tierras no cultivadas y contar con infraestructuras adecuadas (agua, transporte, escuelas...). Se exige también el acceso a la tierra y al crédito para las mujeres, y políticas públicas que propicien el desarrollo sostenible, con una moratoria sobre los cultivos transgénicos, que impidan la dilapidación de los recursos naturales y la entrega de la biodiversidad a la empresa privada, y que rechacen la privatización del agua estipulada en el acuerdo firmado entre el FMI y el gobierno brasileño.
La Marcha de las Margaridas fue uno de los grandes momentos de la movilización de las mujeres brasileñas en 2000 y sus actividades se ubican dentro de la acción antimundialización neoliberal.