"Primero destacaremos las diferencias entre los juguetes que se les dan a las niñas y a los niños y las conductas que se imponen a unos y otros. Luego analizaremos los diferentes mensajes que estos transmiten, las señales que envían sobre el papel que se espera que niños y niñas desempeñen en la sociedad, y el valor que se les atribuye."
Con este enfoque se abrió, en Guatemala, un taller de educación popular destinado a la infancia en el cual se explicó, a partir de juguetes, las características atribuidas a los hombres (raciocinio, objetividad, independencia...), valores preciados por la sociedad, y aquellas, menos valoradas, con las se califica a la mujer (emotividad, subjetividad, dependencia...).
Tras analizar los atributos físicos de los hombres y las mujeres, la ponente concluyó así: "Entonces, podemos decir que las mujeres y los hombres somos más semejantes que diferentes, pero las personas hemos hecho que les diferencias en nuestros órganos sexuales, se conviertan en acciones y comportamientos favorables para unas personas y desfavorables para otras."
El manual que se elaboró en el marco de esta campaña guatemalteca se centró también en la vida de la comunidad y las violencias físicas, síquicas, sexuales, patrimoniales que sufren mujeres y niñas (bofetadas, golpes, quemaduras de cigarro, insultos constantes, manipulación, rechazo, falta de afecto, acciones que causan la perdida de bienes materiales, obligación a tener relaciones sexuales...).
En Nicaragua, las participantes de la Marcha también organizaron talleres infantiles, donde niños y niñas pudieron expresar con dibujos los maltratos a los que estaban sometidos. En Portugal, se llevaron a cabo acciones en las escuelas y se propuso una pedagogía con miras a crear una escuela no sexista y eliminar la violencia.