Con la guerra civil se acentúa todavía más la pobreza que sufren las colombianas, sobre todo lasmujeres campesinas. Las operaciones armadas provocan desplazamientos de poblaciones y privan a las familias campesinas, en su mayoría encabezadas por mujeres, de tierras cultivables y por consiguiente las dejan sin recursos. Cuando no están obligados a dejar sus tierras, los campesinos ven sus cultivos destruidos por los productos tóxicos que, con la lucha contra el narcotráfico, se esparcen sobre sus tierras.
En las ciudades cada vez más aglomeradas por las poblaciones aldeanas que huyen de la guerra, la precariedad y la falta de empleo son habituales.
El 25 de junio de 2000, 300 mujeres del sur del país reunidas bajo la bandera de la Marcha Mundial de las Mujeres llegan a San Vicente del Caguan, al final de una semana de viaje en autobús, a reclamar su lugar en la mesa de negociaciones de paz y presentar sus reivindicaciones a las fuerzas de la guerrilla.
Las mujeres organizan también una audiencia pública sobre la situación económica y el empleo.
Elaboración de un plan concreto
El plan propuesto llama a un desarrollo que respete las identidades específicas del país y el medio ambiente, que fomente la participación colectiva de las mujeres, manteniendo a la vez las solidaridades comunitarias, que vele por una distribución equitativa de la tierra y que reconozca el trabajo informal de las mujeres: trabajo doméstico, cuidados prodigados a la niñez, y a las personas mayores.
La capacitación y la educación son puntos centrales de sus reivindicaciones, como lo son también el mantenimiento de un control estatal sobre la política económica.
Para las ciudades, ellas exigen un "Plan de Emergencia de Economía Comunitaria", el cual incluye "la participación de las mujeres, las comunidades, la academia y los investigadores."
El segundo pilar de este Plan seria la creación de un instituto industrial y comercial para fomentar proyectos de negocios e iniciativas y el tercero, sería el establecimiento de una Red de Centros Económicos populares locales, centrada sobre proyectos de desarrollo.
Políticamente, esto significa también la ratificación por parte del Congreso colombiano de los instrumentos regionales e internacionales destinados a eliminar las desigualdades que sufren las mujeres (ONU, OIT) .
"Nosotras, las mujeres, queremos vivir en un país soberano y autónomo, con un Estado que garantice la vida, la libertad, la igualdad y la diferencia", declaran las colombianas, rebelándose contra el Plan Colombia y las órdenes del Fondo Monetario Internacional, los cuales no hacen más que "acrecentar la pobreza y la violencia".