Especial Magazine
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"En nombre de todas las mujeres kurdas, traigo un mensaje de paz y justicia"
Entrevista realizada con Nazand Begikhani, representante de las mujeres kurdas en el marco de la Marcha Mundial de las Mujeres
El Kurdistán no constituye un Estado, somos considerados como minoría étnica en varios países, en Irak por supuesto, pero también en Turquía, Irán y Siria. El Kurdistán quedó dividido después de la Segunda Guerra Mundial, y las mujeres siguen sin embargo sufriendo de la misma manera.
A partir de 1991, el Kurdistán iraquí cae en una situación particular. Después de la guerra del golfo, la ONU crea una zona de seguridad llamada "Save Haven", sin embargo esta zona no nos ha salvado, no ha brindado seguridad a ningún kurdo y menos aún a las mujeres kurdas. En todas las partes del Kurdistán la población kurda sufre, privada de sus derechos humanos más fundamentales y sus mujeres están sometidas a todo tipo de violencias además de la pobreza que las golpea.
Hay que establecer una distinción entre dos formas de violencia: la violencia de Estado y la violencia social y familiar.
Cuando hablo de violencia de Estado me refiero a todos los actos de violencia que cometen los cuatro Estados que se comparte en Kurdistán: intervenciones militares, genocidio, migración y asimilación forzada, deportación, destrucción masiva de pueblos y aldeas, encarcelamiento, violaciones y abusos sexuales y todo lo que esto supone para las estructuras sociales y económicas.
Califico de violencia doméstica y social todo lo que la mujer sufre, por parte de los hombres, en el seno de la familia: delitos cometidos por cuestiones de honor, mutilaciones genitales y de otro tipo (frecuentemente se mutila la nariz), matrimonios forzados o prematuros, etc.
Nosotras, las mujeres kurdas, actuamos para exigir que cese la violencia en todas sus formas y trabajamos en situaciones muy difíciles para combatir violencia y pobreza, frecuentemente pagando muy caro nuestro compromiso. No sólo vemos nuestras casas destruidas y terminamos siendo refugiadas en nuestro propio territorio o arrojadas en campos de concentración creados por el régimen iraquí del cual las mujeres son las primeras victimas, sino que cuando defendemos nuestros derechos fundamentales, nuestra identidad y que resistimos como pueblo kurdo, como mujeres kurdas, se nos responde con ataques militares. Se vive una situación de guerra impuesta sobre los kurdos y las mujeres son las primeras que sufren las consecuencias de estas guerras sucias.
Leyla Zana, al ser elegida diputada del parlamento turco, se presentó en traje kurdo y prestó juramento en su idioma natal, por lo que se le acusó de terrorismo. Sólo el movimiento de solidaridad internacional que se desencadenó pudo salvarla de una ejecución probable. Leyla, que quería únicamente la paz y el reconocimiento de los kurdos en Turquía, fue condenada a 15 años de cárcel.
Cuando, por el sólo hecho de ser mujer kurda, se nos priva de nuestros derechos fundamentales, se nos impide vestir nuestros trajes y festejar el año nuevo puesto que eso significa afirmar nuestra "kurdicidad", ¿cómo podemos pues manifestar nuestra voluntad feminista?
Tocamos aquí un tema muy delicado y controvertido ya que al tratarse de la defensa de una causa nacional el pueblo suele considerar la liberación nacional como algo prioritario y la de la mujer se ve sujeta a dicha liberación. Las mujeres conciben y enfocan de manera diferente la emancipación de la mujer y, en su mayoría, piensan que lograremos nuestra liberación como mujeres después de haber accedido a la independencia. Nuestra tarea, como mujer, es más difícil que la de los hombres políticos pues tenemos la responsabilidad de feminizar la política, de impregnarla de ética y raciocinio. Debemos luchar contra todo tipo de opresión, contra la que generan los Estados que nos dividen pero también contra la opresión patriarcal.
Nuestro mensaje es más abarcador, más humano. Queremos que todo el pueblo sea liberado y que le hombre kurdo que lucha contra la agresión del integrismo turco, iraní e iraquí no reproduzca el sistema de opresión hacia su mujer, sus hermanas, sus hijas. Queremos justicia, libertad y sobre todo paz.
En nuestras reivindicaciones, que los diversos grupos plantean en todas las partes del Kurdistán, exigimos que la ONU y sus Estados miembros cesen la represión y la violencia por parte de los Estados nacionales contra la población kurda y garanticen la justicia, la democracia y la paz.
Hablé anteriormente de genocidio y destrucción masiva, quisiera aportar ahora algunos ejemplos. Las mujeres no sólo son las primeras víctimas sino que también son las que sufren más las consecuencias a largo plazo. En el Kurdistán iraquí, miles de personas fueron víctimas del bombardeo químico con el resultado que el veneno y las sustancias químicas proveniente de éste se están transmitiendo de generación en generación. Muchos niños nacieron enfermos y con malformaciones sin embargo ni la ONU ni la comunidad internacional han reaccionado, no se ha establecido ningún plan de acción ni de desarrollo. A la fecha, no hay nada hecho.
Hoy pienso en todas las mujeres y los niños víctimas de la campaña de genocidio "ANFAL" desencadenada por el régimen de Sadam Hussein entre 1988 y 1990 durante la cual 182.000 personas fueron arrestadas y que han desaparecido, sin que se sepa nada de ellas desde entonces. Pienso intensamente en todas aquellas mujeres conocidas como las "viudas de ANFAL".
Se encontraron sin nada, sin aldeas, viviendo en la pobreza más extrema. Por medio de las mujeres activistas, me han suplicado que pida a la ONU que haga algo para averiguar que les sucedió a todos esos desaparecidos y establecer planes de emergencia para encontrar una solución a la situación en la que se encuentran las viudas de ANFAL.
Está también la represión nacional del régimen iraní contra la población kurda. En esa parte del Kurdistán, ésta está también sometida a una discriminación por motivos de religión. El régimen iraní está compuesto de chiítas mientras que la población kurda es sunita. El integrismo reanima las tradiciones y las normas patriarcales y somete, por lo tanto, a la mujer a una opresión que adquiere múltiples formas.
En mi condición de mujer kurda, llevo todo este peso sobre mí. Soy la única kurda aquí y mi responsabilidad es muy grande. Quisiera que la comunidad internacional y la ONU otorgasen mayor importancia a la población kurda, a las mujeres en particular, para que éstas puedan estar representadas y dar a la cuestión kurda un enfoque feminista. Traigo, en nombre de todas las mujeres kurdas, este mensaje de paz, de justicia y de reconocimiento de nuestros derechos. Quiero también expresar mi solidaridad con todas las mujeres del mundo que luchan contra la violencia, las discriminaciones por motivos de raza, etnia y género, la pobreza y la injusticia.
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Last modified 2006-03-28 01:18 PM
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