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World March of Women

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Mujeres en lucha por justicia climática

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El cambio climático tiene impactos sobre las comunidades y pueblos de todo el planeta, pero, una vez más, son las mujeres las más atingidas. Estos impactos son decurrentes del lugar que las mujeres ocupan en la sociedad capitalista y patriarcal y de las tareas que a ellas son asignadas por la división sexual del trabajo.

En la producción de alimentos, las mujeres son responsables por la coleta de alimentos, plantas medicinales, fibras o semillas. Su trabajo es directamente afectado por los cambios en el calendario de las lluvias, las sequías prolongadas o inundaciones provocan pérdidas de producción, retraso del plantío, discontinuidad en la producción de frutos que son recolectados.

Los cambios climáticos provocan el aumento del trabajo de las mujeres, que pasan simultáneamente a realizar tareas de cultivo y de colecta, a tener que  caminar más que antes para recolectar el agua necesario para consumo o cultivo y las mismas cantidades de alimentos y diferentes fuentes de proteína o calorías para su familia.

Además, la falta de agua potable o las inundaciones provocan enfermedades y  aumentan el trabajo de cuidado de las mujeres. La sobreexplotación del trabajo de las mujeres reduce su autonomía: las mujeres son las primeras a dejar sus estudios y trabajo para dedicarse a la reconstrucción de sus hogares.

Las mujeres son también el mayor número de victimas mortales en desastres naturales: 3 a 4 mujeres murió frente a cada hombre en el tsunami de 2006 y las mujeres representaron 90% de las muertes en el ciclón de Bangladesh en 1991. Las razones para tasas tan altas tienen vínculos estrechos con la sociedad patriarcal: mujeres frecuentemente no saben nadar o trepar en arboles (actividades enseñadas tradicionalmente a los ninõs y hombres); estaban en el espacio privado del hogar en el momento de los desastres; se preocuparon en cuidar primero a la vida de sus hijas e hijos y otros miembros de su familia.

Los cambios climáticos también resultan en más violencia hacia las mujeres, que son golpeadas o violadas en los refugios colectivos para donde son llevadas las personas desabrigadas. Sufren también con la violencia económica: después de los desastres, son llevadas a ejercer trabajos precarios, más intenso y peor remunerados que lo de los hombres.  

Qué dicen las mujeres frente a las negociaciones del cambio climático?

La crisis ambiental es una de las caras de la crisis sistémica de un modelo de reproducción social basado en la mercantilización de las relaciones entre las personas y de ellas con la naturaleza y que impacta, sobre todo, en la vida de las mujeres. Nosotras queremos construir un nuevo modelo, fundamentado en el bien-estar de la mayoría, en la harmonía con la naturaleza y no en la explotación.

Pero eso exige cambiar las reglas que imperan en el mundo hoy, basadas en el interés y la dominación. Es por eso que las mujeres, mismo en situaciones de dificultades, mismo siendo las principales victimas de ese modelo injusto, seguimos nos organizando colectivamente, creando redes de solidaridad para enfrentar el cambio climático y la opresión, denunciar nuestra situación en un modelo capitalista y patriarcal. La reconstrucción de Nueva Orleans (Estados Unidos) después del huracán Katrina ha sido protagonizada por las mujeres; las mujeres de Via Campesina con sus acciones en contra las plantaciones de eucalipto llamaran atención para el rol de las multinacionales en la destrucción ambiental.

En estos días, cuando todo el mundo vuelve sus ojos para el caos climático, ocupamos las calles en Cancún y todo el planeta para decir que no aceptamos ni los diagnósticos fallos, ni las falsas soluciones propuestas por el mercado y sus agentes en los gobiernos e instituciones financieras multilaterales, como los mercados de carbono, los agrocombustibles, los mecanismos de REDD y REDD++ y la geoingeniería. No aceptamos “soluciones” que solo generan más negocios y no cambian el modelo de producción y consumo.

No aceptamos la privatización del tierra, del agua, de los mares y manglares, de la biodiversidad y de las semillas. No aceptamos “soluciones” basadas en la superexplotación de la naturaleza, ni del tiempo de trabajo de las mujeres. Afirmamos que el medioambiente es un bien común; no es un recurso infinito para ser usado para el provecho de empresas y Estados.

Denunciamos la agricultura que sustenta este modelo de privatización y mercantilización de la naturaleza, basada en el monocultivo en grandes extensiones de tierra, en la compra de insumos (semillas, fertilizantes, venenos), y en el uso de maquinaria pesada.

Exigimos un cambio profundo en las prácticas agrícolas hacia un modelo de producción sostenible que contribuyan a la soberanía alimentaria. Varios estudios demuestran que los campesinos y campesinas y los pueblos indígenas pueden reducir las emisiones globales actuales entre un 50% y un 75%: a través de la recuperación de la materia orgánica en el suelo, la reorientación del sistema alimentario de alto consumo de energía del mundo industrializado, la inversión de la tendencia de concentrar la producción ganadera industrial, la expansión de los mercados locales y el acceso a alimentos frescos y el fin de la deforestación.

Luchamos por un mundo donde la sustentabilidad de la vida humana esté en el centro de la organización económica y política. Luchamos para que la relación de las personas con la naturaleza sea responsable, asegurando la soberanía alimentar y energética. Nuestra lucha es por una sociedad sin opresión, en la cual la responsabilidad por la producción y reproducción de la vida sea de hombres y mujeres. Luchamos para que hombres y mujeres puedan vivir dignamente en un mundo en lo cual la libertad y la autonomía de las mujeres estén siempre presentes!

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Last modified 2010-12-07 06:24 PM
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