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Elementos para el debate y definición de la 4a Acción Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres en 2015

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En el 8º Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres, que se realizó en 2011, Filipinas, avanzamos el debate acerca del contexto socio-económico-político mundial y los retos para nosotras como movimiento feminista anti-capitalista y antipatriarcal, enraizado en los grupos de base.  Algunas Coordinaciones Nacionales han enviado complementaciones y sugerencias que enriquecieron el texto elaborado por el Comité Internacional. Consideramos que ese análisis continúa actual y que las tendencias  señaladas entonces, se mantienen[1].

 

Por ese motivo, en el presente texto – que es un aporte para el debate de las Coordinaciones Nacionales en el proceso preparatorio al 9º Encuentro Internacional, a realizarse en Brasil – elegimos  centrar nuestro análisis sobre las bases del patriarcado y del capitalismo, como sistemas que se retroalimentan, aún más con la crisis que vive el capitalismo y sus falsas soluciones. Lo que nos orienta son las alternativas que afirmamos y que venimos construyendo, y por esto iniciamos el texto con ellas. A partir de eso, esperamos contribuir para sintetizar el enfoque orientador de nuestras acciones y alianzas futuras, sin perder de vista las síntesis que elaboramos colectivamente en la Carta Mundial de las Mujeres para la Humanidad[2] y los textos de los cuatro campos de acción[3].

 

Las mujeres en resistencia construyendo  alternativas

 

Nosotras de la Marcha Mundial de las Mujeres, en conjunto con nuestras organizaciones aliadas, hacemos parte de un mismo movimiento mundial de resistencia al sistema capitalista, colonialista y patriarcal, y de construcción de propuestas alternativas al mismo, fundamentadas en la autonomía y en la autodeterminación de las mujeres y de los pueblos.

 

A partir del feminismo, defendemos la sostenibilidad de la vida humana como hilo conductor de este nuevo paradigma, que debe basarse en una relación dinámica y armónica entre la humanidad y la naturaleza y entre los seres humanos. Para eso, son indispensables cambios reales en el modo de producción y reproducción y en los patrones de consumos, que re-signifiquen y amplíen el concepto de trabajo, reconozcan el trabajo de las mujeres y establezcan otro equilibrio entre las tareas de producción y de reproducción, donde estas últimas sean compartidas también con los hombres y con el Estado.

 

Al mismo tiempo, afirmamos el derecho a la autonomía sobre nuestros cuerpos y nuestra sexualidad y el derecho a separar la sexualidad de la maternidad y a decidir si queremos ser madres y cuando Reafirmamos nuestra visión de que la sexualidad es construida socialmente y somos sujetos activos en el rechazo de la heteronormatividad[4] y la defensa del libre ejercicio de la sexualidad sin coerción, estereotipos y relaciones de poder.

 

Desde nuestro cotidiano, las mujeres creamos alternativas concretas a la economía dominante. Con nuestro trabajo y conocimiento histórico, desarrollamos en distintas partes del mundo un gran número de experiencias alternativas de gestionar la vida, como la agroecología y la economía solidaria. Afirmamos que la soberanía alimentaria es estratégica para la transformación de la sociedad, porque orienta hacia otra forma de organización de la producción, distribución y consumo de alimentos, en oposición a la lógica capitalista del agro negocio. 

 

Reivindicamos una profunda democratización del Estado que implique romper con los privilegios de la clase dominante, que genere acciones de despatriarcalización[5],  y que garantice el sentido público del Estado, con acciones de redistribución de la riqueza, socialización del trabajo doméstico y de cuidado y políticas emancipadoras construidas con base en la soberanía y en la participación popular.  Esto implica, también, un papel activo de los Estados en el ámbito internacional, que promueva políticas de integración entre los pueblos que se basen en los principios de solidaridad, reciprocidad y redistribución, en oposición a la lógica imperialista/colonialista de la explotación. 

 

Nuestra defensa de la desmilitarización articula esas dimensiones y cuestiona el rol de la élite/del poder económica/o en las intervenciones militares realizadas por los Estados, que en todo mundo resultan en el control de territorios con riquezas naturales.

 

Luchamos por el derecho a la comunicación y la democratización de los medios de comunicación, que pasa por garantizar la libertad de los flujos de información, la infraestructura de las comunicaciones y de internet, por lo tanto, combatiendo la lógica mercantil de propiedad intelectual. 

 

Nuestra lucha feminista es por otro modelo que garantice el derecho de las mujeres a una vida libre y sin violencia, genere igualdad entre mujeres y hombres y justicia social, incentive la solidaridad entre las personas y que sea sostenible. Por eso entendemos que las alianzas de las mujeres con otros movimientos sociales son esenciales para fortalecer nuestra resistencia y avanzar hacia la superación de una sola vez del patriarcado y del capitalismo.

 

Una de las falsas soluciones del capitalismo a sus crisis: tornar más fuerte el patriarcado

 

En 2000, en la Carta a los y las dirigentes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial describimos las causas estructurales de la pobreza y de las violencias: “Para la Marcha, el mundo de hoy y la situación de las mujeres en particular, se explican por la fuerza conjugada de dos fenómenos globales:

-        La dominación de un sistema económico único que abarca todo el orbe: el capitalismo neoliberal, ese sistema único, dominante, que se rige por la competencia absoluta y se orienta en todas las direcciones sobre la privatización, la liberalización, la desreglamentación: sometido sólo a la ley de la “supremacía de los mercados”, donde el disfrute pleno de los derechos humanos fundamentales está subordinado a la libertad económica que provoca exclusiones intolerables para las personas y peligros para la paz en el mundo y para el futuro del planeta.

-        La perpetuación de un sistema social, político y económico dominante contra las mujeres: el sistema patriarcal, un sistema, que, desde luego, no data del siglo XX sino que ha venido consolidando desde hace milenios según una intensidad variable y culturas diferentes. Este sistema de valores, de reglamentos, de normas, de políticas, se basa en la pretensión de que existe una inferioridad natural de las mujeres como seres humanos y en la jerarquización de los roles que se atribuye en nuestra sociedad a las mujeres y a los hombres. Este sistema consagra el poder masculino, engendra violencias y exclusiones e imprime a la mundialización actual un sesgo netamente sexista.

 

Estas dos fuerzas históricas se alimentan recíprocamente y se fortalecen mutuamente para mantener la gran mayoría de mujeres en una situación de inferioridad cultural, de desvalorización social, de marginalidad económica, de falta de “visibilidad” de su existencia y su trabajo, de mercantilización, de sus cuerpos.”[6]

 

Desde entonces conviven en la Marcha perspectivas analíticas que tratan el patriarcado y el capitalismo como dos sistemas o como un solo sistema - el patriarcado capitalista o el capitalismo patriarcal. En común, tenemos el esfuerzo de hacer visible cómo la opresión de las mujeres - el patriarcado -  es constitutivo de las relaciones económicas, sociales, culturales que cimientan el actual orden social. Un ejemplo es la explotación del trabajo de las mujeres en las maquilas, donde las habilidades desarrolladas en la socialización de género femenino como la paciencia, o la destreza, son utilizadas sin reconocimiento ni mejor remuneración. O cuando el asedio sexual es utilizado como método gerencial de humillación y control de las trabajadoras.

 

Así, desde nuestra origen a finales de los años 90, en un contexto de auge del pensamiento único neoliberal, de imposición de políticas de “ajuste estructural” (privatizaciones, reducción de la intervención del Estado en la economía, apertura de mercados, reducción de los gastos sociales), tratamos no solamente de ver los impactos de la globalización sobre las mujeres, sino que , a partir de la experiencia concreta y sobretodo de la resistencia cotidiana y creativa de las mismas, nos atrevemos a hablar de alternativas, de otros modos de organizar la vida. Identificamos en las políticas del FMI y del Banco Mundial nuevas formas de colonialismo, pero aún necesitamos desarrollar en la MMM una comprensión que articule los sistemas patriarcal y capitalista, al racismo y neocolonialismo.

 

Hoy nos enfrentamos a una fuerte reestructuración de sistema para mantener el orden de opresión y explotación que evidencia y amplía los mismos mecanismos violentos de acumulación que estaban en su origen y que podemos sintetizar en cuatro procesos: a) el acaparamiento de la naturaleza; b) la apropiación de la renta y de los derechos de las trabajadoras y trabajadores ; c) el control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres[7]; d) la militarización, la criminalización y la violencia. 

 

En tal proceso de acumulación actual, conocido como “acumulación por desposesión”[8], todo se convierte en mercancía – agua, aire, bosques, semillas, servicios como educación, salud - ; aumentan la desigualdad y la concentración de riquezas y quien paga los costos de la crisis  del capital son los sectores pobres y  medios  de la sociedad. Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), en 2009, año de  agudización  de la crisis, mientras que el desempleo ha crecido más un  10% en relación a 2007, los ricos (aquellos con más de un millón de US$ para inversión) han aumentado su riqueza total en 18%[9].]

 

 

a) El acaparamiento de la naturaleza

A lo largo de los años 2000, hemos vivido la expansión de las relaciones de mercado a cada vez más dimensiones de la vida humana. El proceso permanente de cercamiento de las tierras, que separa a  las y los trabajadores de los medios que garantizan su producción y sobrevivencia, se amplió más. Como forma de controlar nuestras vidas y crear dependencia, el capital impone la tecnología de los transgénicos que, en la práctica, busca impedir a los seres humanos cultivar su propio alimento por medio de la limitación de la capacidad reproductiva de las semillas (transgénicos terminator, que producen una sola vez) y de la obligación de pagar regalías a las corporaciones transnacionales sobre las semillas, que por milenios han sido bienes comunes de la humanidad.

 

La naturaleza es tratada como recurso inagotable, utilizado en la producción de mercancías que alimenta el sobreconsumo de una parte de la población. Consumo que es estimulado por la estrategia insana de la obsolescencia programada, que tiene como único objetivo mantener la venda constante de productos que luego paran de funcionar o se tornan ultrapasados por nuevas tecnologías.

 

Esa mercantilización de la naturaleza se intensifica por la búsqueda, por parte de los mercados financieros especulativos, de activos reales (tierra, agua, minerales) para mantener la confianza en el sistema y sustentarse. Fue eso que generó nuevas crisis del sistema: crisis ambiental, climática, económica, política. La crisis del precio de los alimentos en 2007-2008, por ejemplo, ha sido provocada por la especulación financiera y el direccionamiento de capitales volátiles a la inversión en tierras, acciones y en la bolsa de mercados futuros. El acaparamiento de tierras se extendió sobre todo en África, Asia y Latinoamerica para el monocultivo de alimentos o de agrocombustibles para exportación. Las áreas urbanas han pasado por nuevo  ciclo de especulación inmobiliaria, incluso con la construcción de mega obras relacionadas a mega eventos. Las compañías mineras amplían las áreas de prospección y minería a cielo abierto. Siguen provocando la contaminación del agua, sobre explotando el trabajo y están en el corazón de conflictos armados.

 

 

b) La apropiación de la renta y de los derechos de las trabajadoras y trabajadores

Siglos de lucha de las y los trabajadores han resultado en el establecimiento de derechos que imponen límites – aunque insuficientes – a la explotación del capital, como por ejemplo: el derecho al descanso semanal y anual, el número de horas de trabajo licencia en caso de enfermedades, derecho a pensión remunerada, acceso a servicios públicos de educación, salud, saneamiento, transporte etc.

Pero hoy día, en vista de la “crisis”, el sistema está operando un gran ajuste en la relación capital/trabajo con el recorte de gastos públicos en todos los sectores de prestación de servicios a la población y con la imposición generalizada para todas y todos de un grado de precariedad, antes circunscrito a los países del Sur geopolítico (los más pobres) o a sectores de la población (mujeres, inmigrantes, principalmente). El desempleo y la amenaza del desempleo son utilizados por las fuerzas que operan el sistema para que tales recortes a los derechos de las/los trabajadores sean aceptados sin mucha resistencia. Y cuando hay resistencias, las mismas quedan ocultas o son menospreciadas.

 

La transferencia de costos de la producción capitalista a las mujeres y al trabajo reproductivo que realizan es parte de este ajuste. El trabajo reproductivo es el trabajo de cuidar a los demás, la preparación de alimentos, limpieza, etc. que es realizado sobre todo en el espacio  doméstico y por las mujeres. Las mujeres gestionan la precariedad en sus domicilios. Así que, en la mayor parte de los casos, son ellas quienes  se ocupan de las personas cuando se reduce el número de camas o se cierran hospitales, se cierran centros infantiles, o no se provee alimentación escolar.

 

El trabajo de las mujeres es la variable de ajuste entre las lógicas y tiempos contradictorios del mercado movido por las ganancias y del cuidado de la vida humana. En que pese a la sobrecarga de trabajo y la disponibilidad permanente de numerosas mujeres hay una crisis del cuidado y de la forma como la sociedad responde a las necesidades básicas de las personas, de alimentarse, de compartir afectos, de sentirse seguras.[10] La deslocalización de la producción de mercancías se combina a una deslocalización del trabajo de cuidados con un enorme contingente de mujeres del sur y de áreas más pobres migrando hacia el norte o áreas más ricas para cuidar de niños, ancianos y enfermos, mientras nadie cuida de ellas. 

 

En países donde aún es más fuerte la represión a  la lucha por los derechos, las condiciones de trabajo son aún más dramáticas, lo que se evidencia en episodios como el incendio y desmoronamiento de las oficinas de costura ocurrido en Dhaka, Bangladesh, en 24 de abril de 2013, cobrando la vida de 1.127 personas, la mayoría mujeres.

 

 

c) El control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres

El patriarcado combinado al capitalismo no trata solamente de apropiarse del trabajo de las mujeres, sino del  origen mismo de su capacidad de trabajo, o sea de sus cuerpos. En el periodo inicial del capitalismo (la acumulación originaria o primitiva), no solo se instrumentalizó la división sexual del trabajo, pero también la sexualidad, instituyendo el matrimonio heterosexual y la maternidad como norma, a veces promoviendo la prostitución, otras veces condenando a las mujeres en la prostitución y persiguiendo a las mujeres que tenían conocimientos sobre prácticas contraceptivas.[11]

 

A la economía de mercado de la explotación del trabajo no remunerado de las mujeres corresponde una sociedad de mercado que presupone la organización de las y los trabajadores en familias nucleares. Podemos comprobar que en las últimas dos décadas ha habido un aumento continuo del conservadurismo, que valoriza el rol de las mujeres en la familia para justificar su sobrecarga  de trabajo y responsabilidad frente al recorte de políticas públicas de apoyo a la reproducción social (en países donde estas existían) o para impedir la aprobación de tales medidas. Al mismo tiempo, hay una creciente presión que empuja a las mujeres a salir del mercado de trabajo como forma de disminuir las tasas de desempleo. Entre los mecanismos utilizados están la oferta de salarios más bajos para las mujeres, la imposición del recorte a los servicios públicos que resultan tanto en  mayor desempleo de mujeres (que son mayoría en el sector público) como en más tareas de cuidados asumidas por ellas sin costos para el Estado o el sector privado.

 

El acaparamiento del cuerpo de las mujeres es más complejo hoy, cuando imágenes opuestas del cuerpo cubierto por una burca o desnudo pueden tener un mismo sentido opresor. ¿Es el “cuerpo para sí” o  el cuerpo para el deseo del otro, en general el “otro” masculino? O cuando el discurso feminista sobre la autonomía de las mujeres - traducido en el histórico slogan “mi cuerpo me pertenece” – es cooptado por el sistema y convertido en “mi cuerpo es mi negocio” (“my body is my business”), en una clara transformación del cuerpo en cosa, en objeto que puede ser comercializado. Además el aumento de la influencia de las instituciones religiosas, sean ellas católicas, evangelistas o islámicas,  en la regulación de la vida pública está produciendo la no aprobación o el retroceso en derechos relacionados a la autonomía de las mujeres, a su vida afectiva y reproductiva. Al mismo tiempo, en más países, gracias a las luchas de movimientos LGBT, se legaliza el matrimonio de parejas del mismo sexo, se establecen derechos de adopción, de herencia etc, pero no sin una fuerte resistencia de los sectores conservadores que incluso aumentan la agresividad en contra las lesbianas, gays y trans. Por ejemplo, en Francia los sectores religiosos conservadores han organizado varias manifestaciones en contra el matrimonio entre personas del mismo sexo y contra la adopción por parejas del mismo sexo. Más recientemente en Nigeria se presenta una ley condenando a la homosexualidad como crimen.

 

 

d) La militarización, la criminalización y la violencia

 

En su análisis de la fase imperialista del capital en el principio del siglo XX Rosa Luxemburgo apunta que el complexo industrial-militar es en principio capaz de expansión infinita ya que es el propio capital que controla el ritmo de su producción por medio de acciones legislativas o por los medios, manipulando la llamada opinión pública.[12] Pasado un siglo de guerras cobrando tantas vidas y esfuerzos de reconstrucción, el capital en crisis estructural y con producción descendente es aún más inseparable de un aumento constante de la industria armamentista asociada a una expansión militarista.

 

Las ventas de la industria de armas en 2011 fueron de US$ 410 billones, 60% del cual por 44 empresas basadas en Estados Unidos y 29% por 30 empresas con sede en Europa Occidental. Frente a una pequeña reducción en las ventas las compañías ya empiezan estrategias de desplazamiento hacia América Latina, Medio Oriente y Asia y a adentrar en el mercado de cybersecurity.[13] O sea, incrementase las tecnologías de controle de la sociedad bajo la ilusión de mayor seguridad. El militarismo no se reduce a su dimensión económica y se extiende a la imposición de valores militares (creencia en la jerarquía, obediencia, resolución de los conflictos por la fuerza,...) a toda la sociedad. Estos valores son netamente patriarcales y sus expresiones más agudas son la utilización de la violencia sexual y el incremento de la prostitución, incluso de niñas, asociados a la presencia militar.

 

La sociedad bajo control también se manifiesta por el incremento de la criminalización de las luchas sociales, traducida muchas veces en distorsión de los mismos instrumentos que creamos en la defensa de la justicia, memoria y respecto a los derechos. Ejemplo de esto han sido las reacciones de los militares de Guatemala en respuesta al juicio del dictador Ríos Montt, responsable por el genocidio y la violencia sexual contra el pueblo Ixil. Ellos han acusado a activistas históricas de “terroristas” sea por vías judiciales, sea incitando partes de la población contra ellas, en un proceso de negación de la defensa de los derechos.

 

Contra las mujeres se suma la violencia patriarcal. Sabemos que la violencia hacia las mujeres es una herramienta de control de nuestras vidas y nuestros cuerpos. La violencia hacia las mujeres ha ganado en visibilidad en el último periodo, sobretodo la violencia sexual cometida en espacio público, y ha movilizado la reacción de las mujeres, pero también de los hombres. Los últimos años fueron marcados por las imágenes de la policía egipcia arrastrando una activista y por el relato del estupro colectivo seguido de muerte de una joven india. En estos casos, la media “mainstream” se ha llenado de explicaciones culturalistas y muy poca reflexión sobre las causas estructurales de esa violencia. En los pocos análisis que se compartieron sobre el tema[14], se habló de cómo la conquista de las mujeres de mayor espacio en la vida pública a costa de un enorme esfuerzo personal y colectivo provoca una reacción de llamada al orden patriarcal de manera súper violenta. A pesar que en casi todas las partes del mundo el desempleo de las mujeres sea más grande que el de los hombres,  las mujeres aún son acusadas de “robar” el empleo de los hombres de la misma manera como en el inicio de la revolución industrial.

 

Despolitización y control de la información

 

La violenta ofensiva del sistema para reposicionar su acumulación a un grado de mayor desposesión se complementa con el vaciamiento de los espacios de negociación política. Ya no es necesario que el Fondo Monetario Internacional (FMI) venga con sus misiones a los países a imponer a los gobernante sus políticas; ahora son sus antiguos dirigentes (o del Banco Mundial, del Banco Central Europeo), que ocupan los cargos ejecutivos, inventando la figura del dictador tecnócrata. Las corporaciones transnacionales capturan las Naciones Unidas e imponen sus agendas y términos de negociación para conferir un barniz de legitimidad a sus falsas soluciones. Mientras el capitalismo individualiza y fragmenta, las religiones son presentadas como capaces de crear solidaridad. Con esta retórica, las instituciones religiosas también acaparan a las instituciones supuestamente democráticas imponiendo sus visiones particularistas a todas las personas, como es el caso de la Iglesia Católica imponiendo la criminalización del aborto a inúmeros Estados o de gobiernos de carácter islámico que proponen la sharia como base para Constituciones de Estados.

 

Una vez más, algunas feministas y demandas de grupos de mujeres son utilizadas y distorsionadas por aquellos que están en el poder para promover su agenda en contra a nosotras y debilitar nuestras estrategias. Por ejemplo, el discurso en torno a la conciliación entre carrera profesional y la vida familiar es dirigido especialmente a las mujeres y es utilizado para empujar las mismas a la reducción de horas de trabajo remunerado y, al mismo tiempo, hacer retroceder nuestra lucha por la superación de la división sexual del trabajo.

 

Es importante también criticar actitudes de algunos movimientos sociales que incrementan la subordinación de las mujeres. Por ejemplo: acciones que refuerzan la objetivación sexual de los cuerpos de las mujeres; hacen homenajes a Margaret Thatcher, conocida como neoliberal y fascista; acceden a fondos de la Fundación Bill Gates y otros similares, reconocidos por financiar actividades antisindicales, o apoyan posiciones racistas enmascaradas como liberación de las mujeres.

 

La ofensiva del sistema cuenta aún con el refuerzo de los medios de comunicación de masa (radio, televisión y periódicos de amplia cobertura), controlados hoy día por cinco conglomerados mundiales o, en nivel nacional, por algunas familias. Por medio del control de lo que se divulga y cómo y de lo que se mantiene oculto, los mismos cumplen un rol decisivo en la formación de la opinión pública hacia la aceptación de ideas y valores conservadores o de políticas de austeridad, por ejemplo, y hacia la criminalización de los movimientos sociales. En ese escenario, se da una represión a quienes intentan disputar ideas (a través de las radios comunitarias o blogs) y hay cada vez más iniciativas de control sobre la infraestructura y los flujos de información en el espacio de la Internet (desde los correos electrónicos, hasta las redes sociales).

 

Nuestras reacciones ante la ofensiva del capitalismo

 

Frente al incremento de la militarización y al acaparamiento de los territorios, de los derechos, y del cuerpo de las mujeres existe una enormidad de luchas de resistencia colectiva. Lo vimos, por ejemplo, en el contenido trabajado por varias Coordinaciones Nacionales en las 24 Horas de Acción Feminista a través del Mundo el  10 de diciembre de 2012: defensa de los territorios y de los medios de vida de las comunidades; defensa del derecho al aborto y de la salud pública; el enfrentamiento  la violencia hacia las mujeres.

 

La defensa de los derechos de las trabajadoras y de los trabajadores en Europa y Estados Unidos se ha ampliado en otras formas de lucha como respuesta al sistema en su totalidad. Las huelgas de trabajadoras y trabajadores como en la cuenca minera, en Tunes, o de las operarias textiles de Mahala al Kubra, en Egipto, han sido el preanuncio de las insurrecciones populares de la llamada “Primavera Árabe”. Las mujeres recuperamos nuestros territorios: desafiamos las prohibiciones de los djihadistas en el norte de Mali y fuimos a vender frutas y legumbres, desafiamos la policía del primer ministro Erdogan en Turquía en una lucha que empieza con madres y maestras protestando en contra la conversión de un parque en Estambul en centro de compras y réplica de caserna otomana. Protesto ese que se amplía al territorio cuerpo: muchas mujeres apuntan a que la nueva ley del aborto es un signo de la política de Erdogan, quien ha recomendado a las mujeres turcas de tener tres hijos.

 

Las mujeres estamos liderando resistencias pacificas frente a las compañías mineras en distintos territorios del mundo, enfrentando las policías en manifestaciones y los ataques permanentes ante su organización y denuncia. Las mujeres nos estamos formando y visibilizando las formas cotidianas de resistencia. Estamos proponiendo cambios constitucionales y aportes en procesos de paz. Estamos desarrollando nuestros propios medios de comunicación – incluyendo los considerados no convencionales, como las “batucadas”, el teatro del oprimido, cuenteras -  y generando nuestros contenidos e información sobre la realidad[15].

 

Todas estas acciones de resistencia y construcción de alternativas se basan en un análisis del los sistemas de opresión y en los efectos que estos tienen en nuestras vidas. A continuación proponemos algunas cuestiones que poden estimular el debate entre ustedes y ayudar en los aportes que las delegadas de su CN harán durante el EI. Aquellas CNs que por alguna razón no puedan participar en el EI, si lo quieren, pueden nos enviar sus aportes por escrito hasta el 31 de julio.

 

1) En la MMM buscamos evidenciar las causas de las injusticias y opresiones que viven las mujeres en el orden estructurado por el patriarcado y el capitalismo. El racismo y el colonialismo son también sistemas que estructuran la opresión de los pueblos originarios y de las personas no blancas y naturalizan el acaparamiento de sus tierras, la super explotación de su trabajo, los prejuicios y agresiones. ¿Cómo avanzar en nuestro análisis sobre las interconexiones entre el patriarcado, capitalismo, racismo y colonialismo? ¿Qué consecuencias en la definición de nuestras demandas y acciones?

 

2) Cómo se presenta el proceso de acaparamiento de sus territorios en su realidad y qué luchas necesitamos hacer para fortalecer el control de las mujeres sobre éstos y acabar con esa forma de expropiación?

 

3) La lucha por la  igualdad pasa necesariamente por el cuestionamento a la división sexual del trabajo entre hombres y mujeres. ¿Como hacer ese debate sin caer en la trampa de establecer mecanismos que terminen por consolidar las responsabilidades domésticas y de cuidado exclusivamente sobre las mujeres?

 

4) Por décadas, los avances tecnológicos (por ejemplo, la mecanización en el campo, de procesos productivos en la industria o la adopción del computador personal), fueron vendidos con la promesa de más tiempo libre para las y los trabajadores. Pero el resultado de tales avances fue más ganancia para los propietarios de los medios de producción y la intensificación de la explotación (con una misma trabajadora asumiendo tareas antes hechas por más de una trabajadora). ¿Qué propuestas tenemos desde las mujeres hacia formas alternativas de organizar el tiempo, distintas a la del sistema capitalista?

 

5) Percibimos el avance de las corporaciones transnacionales en todas las dimensiones de la economía, pero también en la construcción de las subjetividades y en la captura de los espacios políticos que pasan a operar para favorecer sus intereses. ¿Ustedes identifican una mayor presencia de transnacionales en su país, región? ¿En torno a que sectores de la economía y con qué efectos en la vida de las mujeres? La CN participa de acciones concretas sobre las transnacionales?

 

6) Frente a lo que fue expuesto, vemos que el feminismo, como teoría, práctica y como movimiento organizado, se convertió en blanco a ser atacado por el sistema capitalista y patriarcal, que intenta banalizarlo, fragmentarlo, y resignificarlo de forma superficial. ¿Este proceso se pasa en tu lucha local y cómo?

 

7) En nuestra acción de 2000, denunciábamos la circulación monetaria global sin restricciones y cada vez más desvinculada de la economía real,  sumándonos a propuestas de adopción de impuestos sobre las transacciones financieras (como la Tasa Tobin), sobre las grandes riquezas y el fin de los paraísos fiscales. En 2005, con la Carta Mundial de las Mujeres para la Humanidad, organizamos nuestra visión de cómo debería organizarse el mundo alternativo al capitalismo. En 2010 nos levantamos para denunciar el incremento de violencia contra las mujeres a través de la militarización y de la represión armada o judicial a los movimientos organizados, así como de la permanencia de la violencia en el ámbito domestico. ¿Qué luchas (temas y tipos de acciones) debemos hacer en la acción de 2015 para enfrentarmos a  estos  nuevos mecanismos de control del cuerpo, del tiempo y de la vida de las mujeres? 

 

8) La solidaridad internacional es un componente fuerte de nuestra construcción como movimiento internacional. ¿Cómo podemos tornar más efectiva nuestras acciones de solidaridad, sea a las mujeres de países que viven en conflicto (como Palestina, Sahara Occidental, República Democrática del Congo, Malí, República Centro Africana, entre otros), sea en países donde se busca garantizar derechos?

 

9) La comunicación es parte fundamental de nuestra movilización y de nuestra organización, nos permite hacer el debate de ideas entre nosotras y directamente con la sociedad y aumentar nuestras fuerzas. ¿Cómo tu CN trabaja la producción de discursos y comunicación propias (boletines, sitios web, listas de intercomunicación, audiovisuales)? La lucha por la democratización de los medios de comunicación es parte de la agenda de tu CN? 



[4] Término usado para describir situaciones en las que orientaciones sexuales diferentes de la heterosexual son marginadas, ignoradas o perseguidas por las prácticas sociales, las creencias o políticas. Este concepto parte de la crítica à la imposición de la heterosexualidad como norma en la sociedad hasta cuestionar la identidad de género y los papeles sociales de género de forma binaria entre macho y hembra.   

[5] Propuesta de las feministas bolivianas en el marco del gobierno popular de Evo Morales para la transformación de las estructuras, prácticas cotidianas y discursos que perpetúan y reproducen las relaciones de poder que subordinan a las mujeres.

[7] La ecofeminista Ariel Saleh afirma que el capitalismo es construido sobre una deuda social al explotar los trabajadores, una deuda corporificada con las mujeres por el trabajo reproductivo no pagado que realizan, una deuda ecológica con campesinos e indígenas por la apropiación de sus tierras y medios de vida. (Ariel Salleh: Rio+20 and the Green Economy: Technocrats, Meta-industrial, WSF and Occupy, March 31, 2012). “Capitalism is built on a social debt to exploited workers; an embodied debt to unpaid women for their reproductive labor; and an ecological debt to peasants and indigenes for appropriating their land and livelihood.” Disponible en: http://www.zcommunications.org/rio-20-and-the-green-economy-technocrats-meta-industrials-wsf-and-occupy-by-ariel-salleh

[8] La acumulación por desposesión es un concepto acuñado por el teórico marxista David Harvey que consiste en el uso de métodos de la acumulación originaria para mantener el sistema capitalista, mercantilizando ámbitos hasta entonces cerrados al mercado. Mientras que la acumulación originaria supuso la implantación de un nuevo sistema, al desplazar al feudalismo, la acumulación por desposesión tiene por objetivo mantener el sistema actual, repercutiendo en los sectores empobrecidos la crisis de sobre-acumulación del capital.

[9] Documento de la II Conferencia Internacional: Visión política de los trabajadores sobre el desarrollo. Argentina, abril de 2013.

[10] Amaia Pérez Orozco: Amenaza tormenta: la crisis de lo cuidado y la reorganización del sistema económico. Disponible en linea en: http://www.observatoridesc.org/sites/default/files/1_amenaza_tormenta.pdf

[11] Silvia Frederici. Calibán y la bruja, Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Traficantes del sueño, 2011. Disponible para descarga en: http://www.traficantes.net/index.php/content/download/24695/236104/file/Caliban_y_la_bruja.pdf

[12] Rosa de Luxemburgo. The Accumulation of Capital (trad. La acumulación del capital). Londres, Routledge, 1963, p.466

[14] Vandana Shiva: The connection between global economic policy and violence against women. Disponible en ingles en: http://www.forum.awid.org/forum12/2013/01/violent-economic-reforms-and-the-growing-violence-against-women/

[15] Para acceder al debate sobre comunicación hecho en el ámbito del Comité Internacional de la MMM en 2011, haga clic en: http://www.marchemondiale.org/structure/8rencontre/communication/es

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Last modified 2014-03-28 06:13 PM
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