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Coyuntura social, política y económica actual - TEXTO PARA EL DEBATE

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El VIII Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres se realiza en noviembre de 2011. Este es un momento importante para nosotras no sólo para hacer un balance de nuestra tercera Acción Internacional, sino también para perfeccionar nuestro funcionamiento como movimiento feminista anti-capitalista enraizado en los grupos de base. Necesitamos construir un análisis común de las consecuencias de la crisis del modelo capitalista, más aguda en los países ocidentales. Necesitamos analizar también el crecimiento del conservadurismo y de la militarización alrededor del mundo.

Este texto, elaborado por el Comité Internacional, es un aporte para el debate en el proceso preparatorio de las Coordinaciones Nacionales para el Encuentro Internacional. Está basado en una lectura de las crisis económica, financiera, ambiental y del modelo de reproducción social del capitalismo que aumentan las desigualdades y contradicciones. El reafirma que la sociedad reproduce la violencia hacia las mujeres como una herramienta permanente de control del cuerpo y la vida de las mujeres. Debe ser complementado por ejemplos de ámbito regional, nacional y local. Todos los aportes son muy bienvenidos. El plazo para que el Secretariado Internacional reciba sus contribuciones será el 11 de septiembre. Sabemos que la coyuntura cambia constantemente e insistimos en decir que éste no es ni será un documento final. Invitamos a leerlo no solamente con los grupos participantes de la MMM en sus países, pero también con otros movimientos y organizaciones que comparten nuestra visión y valores.

El momento actual permite varias lecturas que no están necesariamente contrapuestas.  La crisis financiera, el desempleo, el endeudamiento en los países del norte crearon posibilidades de cuestionamiento del modelo y del discurso neoliberal, así como de incremento de movilizaciones sociales. Al mismo tiempo, prevalece un retorno de las políticas neoliberales con la utilización de sus mismas viejas recetas, por ejemplo, los recortes de servicios públicos, ataques a los derechos de las trabajadoras, manteniendo y aumentando la tasa de ganancia de las empresas, incluso las financieras, y los presupuestos militares. Aumenta la presión sobre “activos reales” como las tierras y los activos fijos resultando en un acaparamiento de los territorios de campesinas, indígenas y pueblos tradicionales. ¿O es que los países del sur se benefician con el aumento del precio de las commodities (materias primas) y de sus economías dirigidas al mercado interno?

Lo que es inequívoco es la expresión pública y la forma político-electoral en que los sectores ultra-conservadores atacan a nuestros derechos como mujeres, como nuestros derechos civiles, sexuales y reproductivos. Los medios de comunicación de masa,  grandes empresas y muchas veces transnacionales, pero también, en algunos países, controlados por familias poderosas, refuerzan esta ofensiva hacia las mujeres como también criminalizan a los movimientos sociales y la pobreza. Frente a esto,  los sectores de izquierda hasta ahora no han logrado contrarrestar en la misma proporción.

En este periodo, asistimos también a un recrudecimiento de la violencia hacia las mujeres que se expresa por medio de feminicidios, y a pesar de la existencia de varias leyes contra la violencia de género. En particular, observamos, en todos los continentes, el aumento de la violencia hacia mujeres activas en movimientos sociales y hacia sus familiares. Esta situación también se refleja en violaciones  y persecuciones hacia las mujeres, particularmente en contextos de militarización.

Crisis, trabajo, migración
El trabajo realizado por las mujeres, en las múltiples formas que este pueda tener, está en el centro de la organización económica y mercantil de la sociedad en el sistema capitalista, racista y patriarcal. Las mujeres siguen siendo las responsables del trabajo de cuidados - sea en el hogar, en las comunidades, en el sector de servicios - reproduciendo el modelo que la sociedad capitalista y patriarcal les ha históricamente asignado. Ellas representan la mayoría en áreas que sostienen a comunidades enteras, por ejemplo en la producción agrícola y campesina, en la pesca artesanal y en las manufacturas de pequeña escala. Y también en la producción económica integrada al mercado globalizado, como la costura, la industria del calzado, la agroexportación, y todos aquellos sectores con uso intensivo de mano de obra.

Uno de los aspectos de la crisis sistémica es la crisis del modelo de reproducción social basado en la división sexual del trabajo, que atribuye a los hombres el trabajo productivo (la producción de mercancías) y a las mujeres el trabajo reproductivo (el cuidado de las personas), además de establecer una jerarquía donde el trabajo productivo es considerado más importante que el reproductivo. En la fase neoliberal del capitalismo, somete la relación de cuidados y entre las personas a las reglas del mercado, basadas en la eficiencia y eficacia para aumentar las ganancias. Esta tensión es aún más evidente en la privatización de los bienes comunes, como los servicios públicos de salud, educación y de distribución del agua. Frente a la inexistencia y al debilitamiento planificado de servicios públicos o comunitarios para el cuidado de las personas (niños, enfermos o ancianos), las mujeres son las que asumen individualmente esta tarea históricamente invisible y sin remuneración.

Esta situación de explotación impulsa la migración internacional de las mujeres, entre países del hemisferio Sur pero, principalmente, hacia países del Norte. En algunos casos, esto provoca situaciones donde un porcentaje de mujeres del Norte termina por explotar a las migrantes para cumplir con el trabajo de reproducción social y, al mismo tiempo, el de la producción mercantil. A eso se combinan políticas de gobiernos y acciones organizadas por empresas e incluso por el crimen organizado que actúan en el tráfico de mujeres para el trabajo forzado.

En muchas comunidades[1], el ingreso de dinero de las diásporas sustenta la vida cotidiana, así como mejora la infraestructura cuando hay total ausencia del Estado. Los gobiernos de origen están interesados en estos ingresos para disminuir la presión interna por empleos y servicios, además porque garantizan que lleguen al país los ingresos necesarios para pagar deudas y royalties a las empresas transnacionales. Las empresas del norte y los gobiernos se interesan en recibir la mano de obra migrante porque ésta no rechaza trabajo aún en condiciones precarias  y es la primera a ser desechable cuando decae la necesidad de trabajo.

A pesar de la crisis, el desempleo, la disminución de los rendimientos y hasta el regreso de las y los migrantes hacia sus países de origen, el volumen de  remesas que hacen a sus países de origen sigue más elevado que el monto total de la ayuda pública al desarrollo.

Una vez más, las mujeres quedaron invisibilizadas en el debate en torno a la crisis: el desempleo masculino es enfatizado y se ignora que las mujeres sólo mantuvieron sus empleos porque su inserción en el mercado de trabajo siempre se dio con el no reconocimiento de sus derechos y con salarios menores, y nunca hubo pleno empleo para ellas. Las estadísticas oficiales no toman en cuentan el desempleo femenino. Además, en el caso de las mujeres, este queda oculto por el trabajo de cuidado de los hijos, de la casa, en el trueque de servicios, en actividades sub-remuneradas.

En líneas generales, la crisis ha sido usada para imponer pérdidas tanto de derechos como de salarios a las trabajadoras y los trabajadores y el despido de empleados públicos, sector donde se concentran las mujeres trabajadoras. Pese a las movilizaciones y huelgas en algunos países, el conjunto de los sindicatos no consigue mantener las conquistas. En muchos países, además de los recortes en los ingresos, ha habido un aumento de los precios de los alimentos y de los servicios públicos, lo que lleva a un crecimiento de la pobreza.

En los países de la OCDE  (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico)  es que la remuneración del trabajo en el Producto Interno Bruto siga disminuyendo en relación a la remuneración del capital. En lo que concierne a los cambios estructurales, se perciben modificaciones en los programas de pensión y de Seguridad Social en los países donde estos existen, con mayor impacto hacia las mujeres que ya eran discriminadas por estos mismos sistemas que no reconocen el trabajo de reproducción social.

Crisis y conservadurismo
Con la crisis, vimos también avanzar un pensamiento ultra-conservador que relega todo ese debate a un segundo plano y recoloca en la agenda el elogio a la familia patriarcal y la responsabilización de las mujeres por los males de la sociedad (incluyendo el desempleo masculino). La xenofobia, el racismo, la lesbofobia y homofobia son otros elementos que marcan este pensamiento.

Existe una ofensiva de los sectores religiosos conservadores, sea católicos, evangélicos, hinduistas e islámicos, contra los derechos legítimos de las mujeres o contra su lucha por esos derechos. Estos grupos no solo hacen presión desde afuera, sino que se encuentran de manera muy organizada dentro de los poderes del Estado (legislativo, ejecutivo y judicial) y las instituciones. Esto es visible, por ejemplo, en la ofensiva de los sectores cristianos que atacan los derechos sexuales y reproductivos o de los sectores islámicos contra la aprobación y puesta en práctica de códigos de la familia que reconocen a la mujer en iguales condiciones que a los hombres.

Es necesario explorar con mayor profundidad las conexiones entre esta ofensiva ultra-conservadora y una mayor explotación del trabajo de las mujeres. Por ejemplo, la forma en que los ideales de la familia patriarcal son utilizados para que los hombres desempleados lleguen a considerar que es correcto controlar la intensidad y la remuneración del trabajo de su esposa. O cuando el acoso sexual es también usado como una forma de controlar el trabajo de las mujeres en las maquilas o cuando la violencia sexual es usada para castigar a las mujeres que demandan por sus derechos y como una forma de sembrar el terror.

Para reforzar ese modelo capitalista y patriarcal, en la salida de la crisis, las alianzas con los sectores conservadores, incluyendo los fundamentalismos religiosos, son multiplicadas. En teoría, el “desarrollo capitalista” rompe las amarras de la familia o de los clanes para que cada individuo esté libre para vender su fuerza de trabajo o consumir. Esta ideología de la experimentación y de lo nuevo sostienen la fabricación de productos (muchos ni siquiera útiles o saludables), la circulación de mercancías y los niveles de ganancia. Pero, el capitalismo nunca ha prescindido de la familia para producir trabajadores adiestrados y con sus necesidades básicas satisfechas gracias al trabajo de las mujeres. En los momentos de crisis, el adiestramiento de las clases trabajadoras  se ve fortalecido por el llamado a los valores de la familia y a las mujeres como guardianas del hogar.

Es notorio cómo la democracia y los derechos son atacados en todo el mundo, desde el funcionamiento selectivo de los sistemas jurídicos (muy lentos cuando se trata de ataques a los derechos colectivos y muy rápidos cuando se trata de pobres, migrantes o de criminalización de los derechos sociales) hasta situaciones extremas como la de apoyar golpes de Estado (Honduras).

Esta ofensiva ultra-conservadora usa la propiedad y el control de los medios de comunicación para hacer una guerra ideológica que busca distraer y desviar la atención de los temas de fondo, así como imponer su versión de la crisis y sus “soluciones”. Además, utilizan a mujeres como porta voces públicas de una política conservadora. Así como Margareth Tachter ha sido la expresión del neoliberalismo y la afronta a la organización de los sindicatos en los años 1980, Sarah Palin o Marine Le Pen [2] se destacan como expresiones públicas de un fascismo “moderno” que debemos enfrentar antes que amplíen sus posiciones.

Cambio climático y crisis ambiental y energética
En el debate concerniente a la crisis, los movimientos ambientalista, indígena y campesino han logrado que muchos otros movimientos y sectores de la sociedad comprendieran que la crisis pone en contradicción las personas y empresas con la naturaleza, lo que permitió organizar acciones conjuntas contra las falsas soluciones en lo que se refiere al cambio climático.

El capitalismo verde presenta como respuestas a la crisis ambiental la creación de mercados de crédito de carbono, la renovación de las flotas de vehículos de transporte individual o de electrodomésticos y de productos menos eficientes por aquellos que usan energías renovables. Promueve las llamadas “energías limpias”, como por ejemplo, agro-combustibles, que resultan de la expansión de monocultivos, acaparamiento de tierras, contaminación de la naturaleza con el uso de transgénicos y el uso intensivo de agrotóxicos sin respetar los derechos de las comunidades y hasta la energía nuclear. Es claro que son las regiones más pobres o menos “desarrolladas” (del punto de vista del modelo capitalista) las que se tornan áreas de abastecimiento de energía para regiones industrializadas más ricas. Eso es valido sea para países pobres o ricos, como Japón, donde el terremoto y tsunami de 11 de marzo de 2011 revelaron al mundo las desigualdades económicas existentes entre la región de la usina nuclear de Fukushima y el resto del país. En muchos otros países, se instalan plantas energéticas en regiones de pueblos originarios o campesinas cuyo objetivo principal es servir a los grandes centros industriales y no a las comunidades en su entorno.

A pesar de los discursos propagandísticos de responsabilidad ambiental, las grandes compañías mineras y petroleras transnacionales siguen con sus proyectos que destruyen amplias extensiones de tierra, la usan de forma intensiva y contaminan el agua, y muchas veces usan trabajo esclavo y están relacionadas a conflictos armados.

Los grandes proyectos o desastres sociales que amplifican eventos naturales como terremotos, lluvias intensas, sequías, provocan desplazamientos de poblaciones y acaparamiento de tierras, o sea, la reocupación de territorios por grandes empresas o gobiernos de países extranjeros. En áreas urbanas ocurren procesos semejantes por las mismas razones o por la realización de grandes eventos internacionales deportivos o por  la industria del turismo y del entretenimiento o simplemente para especulación.

Hay muchos puntos en común entre las estrategias de las empresas y el discurso de apropiación/dominación de la naturaleza, territorios y cuerpos de las mujeres. A su vez, existen paralelismos entre el uso de la naturaleza y del tiempo de las mujeres: parecen inagotables y flexibles para mantener los márgenes de ganancias constantes e inmunes a las crisis cíclicas del capitalismo.

Es necesario fortalecer nuestra acción política para recuperar el territorio de las mujeres: sus cuerpos y tierras, pero también el agua, la biodiversidad y la cultura de las personas que han vivido por generaciones en dichos territorios.

La ofensiva del mercado sobre la naturaleza es presentada como una salida a muchos aspectos de la crisis actual. Una es crear nuevas formas de circulación monetaria sin relación con la producción real de bienes y servicios como es el mercado de crédito de carbono, el “derecho” de contaminar negociado en las bolsas de valores.  Otra es forjar una nueva legitimidad a los procesos de negociación de Naciones Unidas, como las Conferencias de las Partes del Acuerdo de Cambio Climático (COP) o la futura Conferencia Rio+20. Esos procesos de negociación se asemejan a lo que pasaba en las conferencias de la Organización Mundial de Comercio (OMC). “Renuevan” al mismo tiempo al Banco Mundial, que es conocido por financiar grandes obras que están entre las causas de las devastaciones ambientales, y ahora se vuelve administrador del Fondo del clima.

En este escenario se repiten los intentos de instrumentalizar a las mujeres. REDD (Reducción de Emisiones por Degradación y Deforestación)  es un  mecanismo que saca de los pueblos originarios el control de los bosques donde han vivido por generaciones y lo transfiere a gobiernos, empresas u ONGs a sus servicios. Como contrapartida, se prometen recursos (posiblemente provenientes del mercado de carbono) a las mujeres de la misma forma que se han prometido en la OMC, en el caso de patentes sobre conocimientos tradicionales. Mientras las organizaciones indígenas y campesinas tienen una fuerte crítica hacia ese mecanismo, algunas ONGs que trabajan con mujeres promocionan a REDD como “oportunidad para las mujeres”, como si ellas fueran a beneficiarse de los supuestos recursos que llegarían a sus comunidades.

El espejismo de que van a circular muchos recursos en torno al tema del cambio climático con aportes de empresas genera mucha confusión en las organizaciones sociales, especialmente en un contexto de disminución de la ayuda pública al desarrollo o de los montantes movilizados por las organizaciones sociales en el Norte Global.

Deuda y libre comercio
El aumento de la pobreza y de la dependencia de algunos países consecuencias de los programas de ajuste estructural, y más recientemente, de la crisis financiera revelan  la debilidad de las estrategias neoliberales. Aún así, los pilares básicos de esta estrategia, endeudamiento y libre comercio, continúan operando y están incluso expandiéndose.

El aumento del endeudamiento de las familias, aún dentro de los límites del desempleo y de los bajos salarios, continúa siendo una forma de estimular el mercado de consumo sin distribuir la riqueza.

Los gobiernos se endeudan usando como premisa la expectativa de un crecimiento futuro. Además de la hipoteca impuesta a las futuras generaciones, mucho de este endeudamiento es usado para crear infraestructura para grandes empresas transnacionales presentes en esos países. En momentos de crisis de pago de la deuda, el discurso dominante es pagar con la reducción de los servicios públicos.

La negociación para el alivio de la deuda de los países pobres (Países Pobres Altamente Endeudados - HIPC por sus siglas en inglés) continúa exigiendo privatización a las contrapartes o leyes internas que beneficien los intereses de las empresas transnacionales.

El Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) continúan imponiendo condiciones para la negociación aún si su legitimidad no es la misma que tenían en la década del 80. Actualmente los países acceden con mayor facilidad a los préstamos en dinero o basados en el intercambio de productos, o incluso por inversiones directas de China.

En lo que se refiere a la apertura de mercados a bienes e inversiones extranjeras, se observan dos estrategias: la continuidad de la firma de tratados bilaterales entre países o subregiones directamente con EEUU y la Unión Europea, y la retomada de las negociaciones para la conclusión de la Ronda de Doha, de la OMC, parada desde 2005 pero con la cual se comprometieron los gobiernos presentes en la reunión ministerial de noviembre 2009, en Ginebra (Suiza). Tanto en los TLCs como en la OMC, el predominio de las reglas de mercado se extiende no sólo a la “libre circulación de mercaderías” sino a servicios que antes no eran tratados como objetos de comercio, como por ejemplo, el acceso a la salud, educación, agua.

Frente a la ilegitimidad de las instituciones financieras multilaterales y al impasse de los proyectos neoliberales de integración económica, los movimientos sociales, especialmente en las Américas, han estado debatiendo y discutiendo con los gobiernos de la región propuestas alternativas para la integración entre los países. Estas propuestas son basadas en la lógica de la solidaridad, de la complementariedad y de la reducción de desigualdades, así como otras formas de integración financiera, por ejemplo el caso del Banco del Sur.

Sin embargo, en el escenario de la crisis generalizada y como forma de retomar y/o acelerar las negociaciones comerciales de forma no transparente y no democrática, desde el final de 2008 los países más ricos impulsan al G-20. El G-20 es la  reunión de los 20 países más ricos del mundo (el G-8 + países emergentes como Brasil, China, India y Sudáfrica, que corresponden a dos tercios del comercio y de la populación mundial y más del 90% del producto mundial bruto). A partir de los recursos colocados especialmente por los países emergentes en el G-20, el FMI y el Banco Mundial han sido resucitados y imponen sus políticas de austeridad en países del Norte y del Sur.  Así, en situaciones de emergencia, como el caso de Haití, los recursos destinados a reconstruir el país han sido coordinados por el BM, y no por el Banco del Sur, con poca autonomía del gobierno nacional y total poca participación de la sociedad civil. El G-20 además apunta a una nueva configuración de la gobernanza económica y financiera mundial: hoy es el lugar donde, de hecho, son definidas las orientaciones del BM y puntos significativos de la agenda de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Incremento de la militarización
Como forma de activar la economía en periodo de crisis, muchos gobiernos han aumentado los gastos gubernamentales en seguridad y en compras de armamento, combinados con el propósito de aumentar el control militar sobre territorios (incluyendo el control sobre el agua, tierras cultivables, recursos minerales y biodiversidad).

A pesar de la crisis económica y del recorte de gastos públicos, los gastos militares continúan creciendo. Barack Obama, premio Nobel de la Paz, propuso para 2011 el mayor presupuesto militar de la historia – 708 billones de dólares, un crecimiento de 7,1% en relación a 2010. En 2008, Estados Unidos fue responsable por el 41,5% de los gastos militares mundiales China es el segundo país, con 5,8% del total.

Más allá del crecimiento de los gastos militares, el momento actual se caracteriza por la presencia de las Private Military Companies (compañías militares privadas), industria que mueve centenas de billones de dólares por año y por la militarización del cotidiano de la gente. Por ejemplo, la militarización de la ayuda humanitaria externa a Haití y la llamada seguridad pública en áreas pobres urbanas.

El discurso de la “pacificación”, de la democratización y de la garantía de los derechos a las mujeres es utilizado por países de  Norte para justificar ocupaciones militares, como lo que pasó en Afganistán e Irak y lo que vemos ahora en Libia. Estos discursos ocultan los verdaderos intereses de esas potencias que son el control de los territorios y sus recursos naturales y humanos. La retórica occidental de defensa de la democracia  y de los derechos de las mujeres es bastante hipócrita si se consideran las muertes de los civiles, muchos de los cuales son mujeres y niños y la destrucción de infraestructuras básicas como el acceso al agua y a la vivienda.

Como si no bastara, los ataques y ocupaciones militares extranjeras provocan como reacción la intensificación de estructuras autoritarias en las comunidades locales, imponiendo valores reaccionarios y hasta la privación de la libertad individual. Las mujeres que cotidianamente viven soluciones de compromiso entre las tradicionales reglas de funcionamiento que proporcionan cohesión en sus comunidades, y el ejercicio, o incluso el deseo de libertad individual, ven sus márgenes de maniobra reducidas con cada ofensiva racista, xenofóbica o de ocupación extranjera. Además, en las situaciones de conflicto, los actores armados actúan cooptando partes de la comunidad y diseminando la desconfianza. Las jóvenes son muchas veces utilizadas como informantes atraídas por estrategias de enamoramiento.

La reconfiguración que vemos en la gobernanza mundial financiera también está presente en el aspecto militar. En noviembre de 2010, la OTAN – Organización del Tratado del Atlántico Norte, alianza que reúne los Estados Unidos y otros 27 países europeos, correspondiendo a 75% del presupuesto militar mundial, adopta un nuevo concepto “estratégico”: el de guardiana de la paz y del orden internacional no solamente en el hemisferio Norte sino en todo el planeta. Para cumplir con ese rol, sus países miembros muchas veces manipulan la toma de decisión en el Consejo de Seguridad de la ONU utilizando la retórica de la defensa de la vida de civiles cuando les interesa, como en Libia, o la ignorándola cuando no conviene como, por ejemplo, en relación a la masacre palestina ejecutado por Israel.

Por otro lado, también se delinea una mayor resistencia a la presencia de las bases militares de Estados Unidos. Rafael Correa, presidente de Ecuador, cumplió su promesa de campaña de no renovar el acuerdo de uso de la Base Aérea de Manta por parte de Estados Unidos, que salió en septiembre de 2009. Se estima que existan en el mundo entre 800 y 900 bases militares con presencia de tropas de Estados Unidos. Pero cuando un país o comunidad logra el cierre de una base o la partida de las tropas extranjeras, las mismas se mueven a otra área o país.  

Hoy existen una serie de conflictos armados en el mundo y en la mayoría de los mismos el cuerpo de las mujeres es usado como arma y como botín de guerra. Existe un mayor reconocimiento formal de este hecho por parte de Naciones Unidas a través de una serie de resoluciones de su Consejo de Seguridad (CS).

En 2000, el CS ha adoptado la Resolución 1325. Desde entonces, otras resoluciones fueron adoptadas. Las resoluciones trataron del tema de la violencia hacia las mujeres en situaciones de guerra, así como del reconocimiento de la participación de las mujeres en la resolución de conflictos y en la definición de prioridades para la reconstrucción del país y de las relaciones sociales post-conflicto. El objetivo de una mayor participación de las mujeres podría significar el fortalecimiento de los procesos comunitarios de reconciliación y que sus recomendaciones se transformen en prioridades presupuestarias y de reorganización de la vida económica y social. Sin embargo, esto se ha reducido a metas de mayor participación de las mujeres en las operaciones llamadas de mantenimiento de la paz. Actualmente las mujeres representan el 8% de estos contingentes y la meta para 2014 es que se aumente su presencia a 20%.

El incremento de la participación de las mujeres en los procesos de negociación debe estar asociado a la afirmación de una agenda política de enfrentamiento de las causas de los conflictos y de los ataques a los derechos y a la integridad de las mujeres. El desafío hoy es cómo se construye una agenda de las mujeres en torno a la militarización, y cómo las voces y experiencias de mujeres de la base y las visiones feministas anti-capitalistas se expresan en esta agenda.

Actualmente Naciones Unidas desarrolla 27 operaciones alrededor del mundo de las cuales 16 son misiones. La MMM está presente como Coordinación Nacional o como grupo de contacto en países donde hay presencia militar de Naciones Unidas: Haití, Sahara Occidental, Costa de Marfil, República Democrática de Congo, Sudán, Chipre, India/Pakistán. Las mujeres de esos países tienen muchas preocupaciones en relación a la actuación de estas misiones que se tornan permanentes en los países. Tales operaciones son vistas por la población local como tropas de ocupación y provocan una distorsión en la economía local por los altos salarios en dólares de sus funcionarios y de militares y crean una red de explotación sexual de niñas y mujeres a su alrededor. Algunas compañeras nos relatan que cuando actuamos para transversalizar el género en la política militar, terminamos por militarizar la política de género. Lo que percibimos es que esta discusión no puede reducirse a cómo operacionalizar la transversalidad de género en la política de seguridad de Naciones Unidas sin cuestionar esta política en sí.

La MMM en ese escenario: resistiendo y afirmando nuestras alternativas
En 2010 realizamos nuestra tercera Acción Internacional movilizando millares de mujeres de 75 países en torno a los cuatro Campos de Acción: Trabajo de las mujeres (autonomía económica), Bien común y servicios públicos, Paz y desmilitarización y Violencia hacia las Mujeres. En estas acciones, denunciamos las falsas soluciones a la crisis que sólo profundizan el modelo capitalista, patriarcal y racista, y buscamos evidenciar las alternativas que traemos desde los pueblos.

A lo largo de los últimos tres años, avanzamos en la consolidación de nuestra identidad a través de la reflexión y sistematización de nuestros compromisos y demandas en cada uno de estos campos (ver en http://www.marchemondiale.org/actions/2010action/text/es). Frente al escenario de la crisis sistémica, los campos fueron especialmente útiles para organizar nuestra crítica como MMM al modelo, tanto para nuestras bases como para el diálogo con aliados y con la sociedad en general. Los campos tradujeron concretamente nuestra lucha contra la pobreza y la violencia hacia las mujeres y fueron referencias para que las coordinaciones nacionales pudieran elaborar sus plataformas.

Sin embargo, evaluamos que es necesario aún trabajar las interconexiones entre los cuatro campos y rescatar la Carta Mundial de las Mujeres por la Humanidad para construir y alimentar principios que articulen nuestras luchas. El desafío permanente es cómo construir análisis y acciones capaces de volver concretas las formas alternativas de organización de la producción y la reproducción. Esto refuerza aún más la necesidad de continuar construyendo y enraizando a la Marcha Mundial de las Mujeres como un movimiento permanente.

El próximo período, 2011 y 2012, debe ser un período de resistencia y de fuertes luchas para no retroceder en términos de derechos y condiciones de vida de los pueblos. Las revoluciones en los países árabes y en África muestran que, al empeoramiento de las condiciones de vida de los pueblos, acciones y manifestaciones pueden surgir y, en muchos casos, pueden llevar a la caída de gobiernos históricamente alineados con las políticas excluyentes de los países más ricos. En todos esos procesos, las mujeres participan activamente, aún siendo presas o asesinadas en defensa de una real democracia. Hay que estar atentas para que nuestra presencia en esos procesos esté asegurada también después, en los momentos de transición, y para que tales victorias no se reviertan en acciones que aumenten el control y la violencia hacia las mujeres.

Más que nunca, en estos períodos es necesario realizar actividades de formación política y de reflexión para contraponerse a la diseminación de ideologías ultra-conservadoras e innovar en las formas de organización y sustentación  de nuestro movimiento.

Desafíos para nuestra construcción como movimiento

Articular reflexión y acción común en varios niveles (local, regional, internacional)
A lo largo de los últimos años, percibimos que no podemos trabajar con los Campos de Acción de forma estancada, fragmentada. Con el fin de construir un movimiento feminista que movilice de forma permanente a muchas mujeres alrededor del mundo, tenemos que buscar continuamente las interconexiones entre ellos. Para eso tenemos que estar atentas a los cambios de contexto y dialogar con éstos, de forma que las demandas que acordamos a nivel internacional tengan resonancia. Además, tenemos que establecer constantemente vínculos entre el contexto global y los temas, luchas y cuestiones a nivel nacional, así como actuar en diferentes niveles a partir de una estrategia común. En este sentido nuestro análisis de contexto, demandas y compromisos no se separan de nuestra construcción como movimiento y los desafíos que esto implica.

En 2010 logramos que el eje de la desmilitarización fuera incorporado por mujeres en muchos países, y no sólo aquellos que viven situaciones de conflicto armado abierto. A partir de ahí fuimos conectando las causas y consecuencias de los conflictos que hacen el enlace con nuestros otros Campos de Acción como el control y la instrumentalización del cuerpo y del trabajo de las mujeres, de los territorios y de la naturaleza.

Profundizar los análisis y la formación política
En la preparación y realización de la acción de 2010 las CNs y Grupos Participantes han trabajado activamente con los textos propuestos para cada campo de acción, en actividades de formación y de formulación de reivindicaciones en el ámbito nacional. En ese trabajo, fue resaltada la importancia de trabajar la interconexión entre los campos, avanzando en el rescate del pensamiento feminista, la experiencia concreta de las mujeres y el contexto actual. Hay que continuar trabajando en nuevas síntesis para expresar la visión de la MMM de manera más simple y fuerte.

Nuestra prioridad para el próximo período debe ser el ejercicio de una metodología que, a la vez, sea de formación y de elaboración a partir de la experiencia concreta de las mujeres, invirtiendo de esta forma en una visión común que se exprese no sólo en los documentos escritos, sino también en la práctica de las Coordinaciones Nacionales.

Adentro de la MMM coexisten distintas percepciones sobre algunos temas como la prostitución, derechos de las lesbianas y aborto, y hay que seguir debatiéndolos en nuestras estratégias. Además, hay que de seguir afirmando visiones contra-hegemónicas como la concepción de la violencia sexista como una herramienta de control sobre el cuerpo, la vida y la sexualidad de las mujeres pues ni todas las CN’s se han apropiado de la misma.

Consolidarse como un movimiento permanente en niveles local, regional e internacional
Después de la acción de 2010, sigue siendo necesario que las Coordinaciones Nacionales establezcan una dinámica regular y perciban a la Marcha como un movimiento permanente, con capacidad de incidir sobre el contexto, y no apenas como un evento que sucede cada cinco años (período en el que se organizan las acciones internacionales).

Para que eso sea cada vez más una realidad, es necesario profundizar el intercambio, tanto a nivel organizativo como sobre los contenidos de las luchas, entre la MMM de distintos países de la misma región o entre continentes diversos. Es necesario además favorecer en la MMM tanto las articulaciones regionales como las transversales, alrededor de luchas comunes, que enlazan a distintas regiones (por ejemplo, la lucha por derechos de las trabajadoras domésticas, precarias, migrantes; la articulación entre países que viven en situación de conflictos).

Finalmente, es necesario construir la Marcha donde no estamos presentes, especialmente en países y comunidades que viven bajo leyes islámicas, pero también en los países económicamente más ricos como China y Rusia.  

Formalizar acuerdos de funcionamiento
En la Marcha, conviven culturas políticas organizativas muy diversas, desde grupos informales hasta asociaciones con conducciones constituidas. El tema de tener acuerdos de funcionamiento registrados genera siempre mucha aprehensión: si nos estaríamos burocratizando o si nos creamos trampas para nosotras mismas. El estatuto y reglamento interno existentes son insuficientes para el momento actual de la Marcha. Necesitamos actualizar nuestros acuerdos sobre lo que es una Coordinación Nacional, qué responsabilidades tienen las delegadas en los Encuentros Internacionales, cuál es el rol del Comité Internacional, entre otros. Otro reto es la organización del proceso de transferencia del Secretariado Internacional de Brasil a otro país de forma de no crear vacíos y garantizar el seguimiento del funcionamiento de la MMM en tanto que movimiento internacional.

Fortalecer la presencia de jóvenes, indígenas, migrantes
Decimos que uno de nuestros puntos fuertes es la diversidad de culturas políticas y experiencias entre las activistas de la Marcha y nuestra capacidad de construir acuerdos. Aún así reconocemos ausencias importantes en algunos países y en la distribución de responsabilidades internacionales con mujeres jóvenes, migrantes e indígenas. Desarrollamos algunos mecanismos como la invitación de por lo menos una joven entre las delegadas al Encuentro Internacional, participamos en actividades organizadas por mujeres indígenas y las invitamos en participar en las nuestras. Pero tenemos que avanzar no en aspectos formales, pero en cómo incorporar la discusión sobre racismo/ colonialismo en nuestro análisis o desarrollar acciones que respondan a las urgencias vividas por las jóvenes (empleo precario, violencia, mercantilización), entre otros.  

Profundizar la política de alianzas en distintos niveles
Construimos alianzas porque eliminar las causas de la pobreza y de la violencia contra las mujeres no es posible sin un profundo cambio político, económico y social. Se necesita un gran conjunto de movimientos, que cambie la correlación de fuerzas que sustenta el orden capitalista, colonialista, patriarcal y racista.

El escenario de crisis sistémica volvió aún más evidente la necesidad de crear y/o mantener espacios comunes, entre distintos movimientos sociales, de análisis estratégico, elaboración de alternativas y organización de acciones y respuestas comunes. Frente a la fragmentación de los espacios (campañas, redes temáticas y foros), apostamos cada vez más en la Asamblea de Movimientos Sociales, como espacio prioritario de reflexión y de acción común tanto para los movimientos del Sur geopolítico, como para los del Norte.

El seguimiento del proceso del Foro Social Mundial también continúa siendo una prioridad para la MMM. Participamos en el Consejo Internacional y en sus comisiones, además de integrar el Grupo de Enlace. Además, con el apoyo de nuestras CNs y grupos de trabajo regionales, hemos organizado actividades en ediciones nacionales y regionales de los Foros Sociales y en el Foro Social Mundial, que se ha realizado en Senegal, en enero de 2011.

Desde la realización del Foro de la Soberanía Alimentaria (Nyeleni), mantenemos una relación estrecha de alianza con la Vía Campesina y Amigos de la Tierra en torno a esta lucha, relacionando el principio de la Soberanía Alimentaria con los problemas enfrentados por las mujeres en su cotidiano en los distintos países, y buscando favorecer el establecimiento o profundización de los vínculos entre mujeres del campo y de la ciudad. En todos los ámbitos donde está construida nuestra relación con la Vía Campesina, también estamos desafiadas a apoyarlas para que la Campaña contra la violencia hacia las mujeres en el campo sea una realidad.

En nuestro Evento de Cierre de la 3ra Acción Internacional en RDC contamos con la presencia de delegaciones y con aportes al debate de mujeres del CADTM (Comité de Anulación de la Deuda del Tercer Mundo), CSI (Confederación Sindical Internacional) y WILPF (Women’s International League for Peace and Freedom) y tenemos expectativa de profundizar el trabajo común con ellas.

Otro aspecto de la política de alianzas es la actuación como red de alerta, cada vez más necesaria frente a la criminalización de los movimientos sociales en todo el mundo y a las amenazas de golpe.

Sin embargo, permanece el desafío de enraizar esa política de alianzas local y regionalmente, así como el de compartir su seguimiento con más militantes de la MMM en los países y regiones.

Pensar la comunicación de forma estratégica
Tenemos el desafío de profundizar al interior de la MMM una perspectiva de comunicación estratégica (no sólo instrumental) que incluya el establecimiento y el perfeccionamiento de canales de comunicación internos y externos, la relación con los medios de comunicación comerciales y, principalmente, con los medios comunitarios (boletines, páginas de Internet de noticias, programas de radio y TV, producidos por nuestras organizaciones y aliados). Frente al papel que ejercen los medios de comunicación de masa en el establecimiento de la agenda pública de debate (qué temas y cómo deben ser discutidos), tenemos que profundizar la discusión sobre la democratización de los medios de comunicación así como organizar una estrategia para hacer la disputa de ideas en los diferentes espacios de comunicación. Es parte de dicha estrategia la participación activa de la MMM en iniciativas compartidas de comunicación impulsadas desde los movimientos (como, por ejemplo, la Minga Informativa de los Movimientos Sociales, en América Latina).
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Notas

[1] Como Mali, Perú y Ecuador
[2] Sarah Palin ha sido candidata a vice presidente de Estados Unidos por el Partido Republicano en las elecciones de 2008 y es la principal figura publica del “Tea Party”, grupo conservador y anti-Estado. Marine Le Pen es presidente del partido de extrema derecha francés Frente Nacional.

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Last modified 2011-06-02 01:42 PM
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