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World March of Women

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Fina d’Armada (Portugal)

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LA MANTA NAVEGA RUMBO A GALICIA

El pasado 19 de mayo, me uní a la Marcha Mundial de las Mujeres para ir con ella hasta Caminha. Desde ahí debíamos partir para llevar la Manta a las mujeres de Galicia (España) quienes nos esperaban del otro lado del río Minho, frontera natural de los dos países, que ese día sirvió de puente, de lazo para la unidad de las mujeres del mundo.

Viajamos a borde de un trasbordador,  y cabe mencionar que una concejala que nos acompañaba compró los boletos de barco de todas las portuguesas. Cantamos, bailamos rumbo a España con la alegría propia de aquellas que van a encontrarse con sus hermanas y amigas.

Mientras navegamos sobre las aguas del río, recordaba el tiempo cuando, a pesar de todos mis estudios superiores, no tenía derecho de votar, cuando, madres, no teníamos ningún derecho sobre nuestros hijos, cuando no podíamos ser ni jueces ni formar parte del cuerpo diplomático, cuando el escribir sobre la libertad de las mujeres era motivo para caer en manos de la Policía Política… Recuerdo también mi felicidad durante la celebración, en 1976, del Tribunal Internacional de las Mujeres, y el mensaje que alguien había dejado sobre las paredes de uno de los edificios, no recuerdo cual, que decía “el peor crimen que jamás se ha cometido contra las mujeres es el de haberlas utilizado para que se volviesen unas contra las otras”.

Esta Carta Mundial de las Mujeres que ha viajado por 53 países es por encima de todo un signo esperanzador.  Es así como navegamos todas sobre la nave Tierra queriendo ser felices. Y, ustedes las jóvenes, todavía nuevas en este mundo, nunca crean que ya todo esté resuelto y que hoy ya no se encaran a los mismos problemas que mi generación tuvo que enfrentar. No pierdan nunca la memoria para que jamás vuelva a repetirse todo el dolor que nuestras antepasadas tuvieron que vivir. Sepan que en lo que a los derechos de las mujeres se refiere ningún logro es definitivo y los retrocesos pueden darse muy rápidamente.

La acogida en La Guardia superó todas nuestras esperanzas. Hubo una presencia multitudinaria, fruto evidente de una gran movilización y  las gallegas hicieron de la entrega de la Manta una gran fiesta.

El relevo de la Manta estuvo lleno de significado y simbolismo. Dos equipos de rameras de las dos localidades, Caminha y la Guardia, escoltaron el trasbordador, vestidas todas de los mismos colores, principalmente de anaranjado, aboliendo así la frontera y haciendo que no se pudiese saber quienes eran portuguesas y quienes gallegas.

Como historiadora, esta travesía a bordo de un barco y la presencia del agua me emocionaron. Así, las portuguesas reanudaron con el destino de su país, un pueblo de marineros y de buenas relaciones con las otras culturas.  En la manera de entregar la carta, trajeron con si un poco de su propia historia y de sus tradiciones marinas, lo que también quedó plasmado sobre el retazo portugués.

El Agua. Es en el “agua” del vientre de la mujer que brota la vida. Con cada país que añade su cuadrado, la manta crece y con ella se fortalece la unidad de las mujeres en un proceso sin fronteras.

Las mujeres de Galicia nos recibieron maravillosamente. Hubo discursos, grupos musicales, banderas, una enorme alegría, fotos colectivas y mucho que comer y beber. Nosotras exhibimos la manta que niñas y niños habían confeccionado para expresar su oposición a la violencia, una manta que encantó a todos los presentes.

Me quedé con la sensación de que la Manta traía con ella una nueva conciencia de las mujeres. Cada una de nosotras teníamos un pie sobre nuestra cultura y el otro sobre las diversas culturas del mundo.  Muchas veces esa cultura nos es hostil, como mujeres, y debemos entonces eliminar todo lo que en ella nos esclaviza y, por el contrario, aprovechar todo lo que nos hace felices, libres y dueñas de nuestro propio destino. Esta Manta, con los retazos de todos los países, nos dice que podemos ser diferentes, diversas, por nuestras raíces culturales, pero que también podemos ser iguales y hermanas.

Maria José Magalhães, una representante portuguesa, leyó un poema evocador sobre lo que une a las mujeres en vez de dividirlas, un poema sacado de la obra de una de las tres Marías, quienes en su época se opusieron a la dictadura. Al terminar con un poema María José continuó la tradición de su patria, país de poetas, a tal punto que la fiesta nacional de Portugal conmemora a su más grande poeta y coincide con la fecha de su muerte.

“Henos aquí en la lucha

expuestas,

incapaces de vencer los días

revisando las causas,

removiendo las cosas durmientes...

sin jamás ser presas

ni objetos dados

reuniéndonos

por barco o por vientos...

alejadas de las otras

pero cuán cercanas.”

Traducción libre

Copyrights : CC by-nc-sa 2.0
Last modified 2005-10-16 12:22 PM
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