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World March of Women

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Ghislaine Sathoud (Congo Brazzaville)

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Todas juntas: las mujeres se unen en búsqueda de otro mundo

 

Desde siempre, las mujeres luchan para reivindicar sus derechos. Es cierto que la situación de las mujeres no es la misma en todas partes del mundo, ya que en algunas regiones las mujeres viven en mejores circunstancias mientras que en otras todavía queda mucho por hacer. Sin embargo, se puede decir que las mujeres de todos los horizontes sufren de problemas y desigualdades similares.

 

Mujeres africanas y derechos de la mujer

 

En julio de 2002  en Durban, África del Sur, se reunieron 43 dirigentes para la creación de una nueva organización cuyo gran propósito es el de unir a 43 Estados miembros en una unión política, social y económica. Con tal motivo, también se aprobó un protocolo de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, relativo a los derechos de las mujeres.  Gracias al cual  las mujeres africanas obtuvieron el derecho a abortar en casos de violación o incesto. Al mismo tiempo, la edad mínima para casarse se llevó a los 18 años y se ilegalizaron la escisión y las mutilaciones genitales. La Unión Africana incorpora en su programa un enfoque de género y decide, finalmente,  ofrecer a las mujeres de África nuevos instrumentos para llevar a cabo su lucha por su integración en la toma de decisiones.  Esto constituye una verdadera herramienta para luchar contra la discriminación y las violencias de las cuales son víctimas y un mecanismo para propiciar y acelerar los procesos de emancipación de las mujeres.

 

Mujeres inmigrantes

 

Nos podemos preguntar lo que piensan las mujeres africanas que inmigraron sobre las condiciones de sus compañeras que se quedaron en África. ¿Son parecidos sus problemas a los de las mujeres que viven en el continente africano o se parecen más a los de las mujeres del país en el que residen? Esta pregunta me trae muchos recuerdos… Nunca se me olvidará aquel invierno de 1996, cuando recién casada y joven madre de un niño de 2 años entraba, despreocupada, en un mundo simétricamente opuesto a mi planeta, África y  su caliente sol. Québec ofrecía un contraste impresionante, con sus duros inviernos y una mentalidad tan propia reflejo del encuentro entre América y Europa.

 

Tuve ganas de explorar y hacer mío este mundo a la vez tan lejano de mi cultura y tan cerca de mis aspiraciones. En mi tesis de maestría en ciencias políticas en la Universidad de Québec en Montréal  (UQAM), es este mundo entre las esperanzas secretas y la realidad de todos los días que quise calibrar con mis compatriotas africanas, ya que como mujeres inmigrantes nos enfrentamos a muchos problemas.

 

Las mujeres africanas viven problemas de integración en la sociedad que las acogió. De hecho, existen reglas precisas en cada sociedad y más que en otros lugares, nos encontramos en un mundo de contrastes entre un Québec donde las mujeres gozan de una gran libertad y un África donde la mujer está sometida aún a reglas precisas y, en muchos casos, ancestrales.

 

La condición de inmigrante no siempre es favorable para la mujer. Las leyes de la sociedad de acogida, que suelen ser ventajosas para las mujeres, a veces se vuelven contra ellas. Se sienten desgarradas entre las leyes y los valores de la sociedad de acogida y las costumbres africanas, lo que hace que estas mujeres se vean regularmente frente a diferentes problemas, entre otros, la educación de los hijos e hijas y lo que rápidamente se vuelve muy complicado en la tierra de acogida: los problemas de pareja y la violencia que generan, así como las numerosas frustraciones vinculadas al estatus de inmigrante. Además,  la forma de vida en la nueva sociedad es tan radicalmente diferente a la de la sociedad de origen que el aislamiento se vuelve un aspecto doloroso de la vida de las mujeres inmigrantes que no solo se encuentran lejos de su familia y amigos, sino que también se les hace difícil tejer nuevos lazos sociales.

 

A esto se agregan las otras discriminaciones y ofensas de las cuales sufren las mujeres en el mundo entero. Me parece necesario que las mujeres se unan y hablen con una misma voz para frenar la violencia. En este sentido, la Carta Mundial de las Mujeres para la Humanidad es un gran aporte.

 

Sobre la Carta Mundial de las Mujeres para la Humanidad

 

¿La mujer inmigrante africana que soy se reconoce en esta Carta? De cierta forma sí, porque lo que es innovador en la Carta es el hecho que toma en consideración los valores universales y feministas para cambiar el mundo. De hecho, considera la “diversidad” del mundo como base para la construcción de otro mundo, un mundo de “esperanza”. La diversidad es a mi entender una riqueza y una fuerza  a la vez. Tomar en consideración la diversidad es un signo de solidaridad, una unión que hará la fuerza de las mujeres de toda la humanidad. La Carta denuncia también el capitalismo salvaje con su legión de consecuencias: “el racismo, el sexismo, la misoginia, la xenofobia, la homofobia, el colonialismo, el imperialismo y el esclavismo”. En contra parte, la Carta promueve la igualdad, la libertad, la solidaridad, la justicia, la paz y son estos los elementos claves para lograr un mundo de paz.

 

Mujer africana e inmigrante, conozco muy bien los prejuicios que son la raíz de  los mayores obstáculos a todos lo niveles. Yo me siento particularmente concernida por esta Carta porque, efectivamente, me gustaría vivir en este mundo ideal que toma en cuenta la diversidad como un elemento enriquecedor y no como un factor de división. Un mundo en el cual las personas viven más allá de las diferencias.

 

Pero también sé que con la inmigración hay cambios que pueden volverse dramas. He trabajado para la Alianza de las Comunidades Culturales para la igualdad y la accesibilidad a los servicios sociales (ACCÉSSS) en un programa sobre la violencia conyugal. En ese marco, redacté un texto intitulado “¡Aquí las cosas no son iguales, querida!”. Este texto fue interpretado por un grupo de teatro y se encuentra grabado en DVD y VHS. Sirve de herramienta de sensibilización sobre la violencia conyugal en medios etno-culturales.

Me gustaría terminar con lo siguiente: en la Carta se dice que Las mujeres tomamos libremente las decisiones en lo que a nuestro cuerpo, sexualidad y nuestra fecundidad se refiere, y decidimos por nosotras mismas si tener o no hijas o hijos.(Afirmación 4). Por mis orígenes africanos, esta afirmación me interpela particularmente. Desafortunadamente en África la maternidad no es asunto solo de la pareja. Quiero decir que no es solo la mujer la que decide, la familia del marido muchas veces espera con impaciencia y ejerce una influencia, no siempre deseable, sobre la pareja. Además, la esterilidad es el oprobio de las mujeres, porque siempre se acusa a la mujer cuando la pareja no tiene hijos. En términos de la salud de las mujeres, la mortalidad materna es aún muy elevada. Las organizaciones de defensa de derechos de las mujeres y las mujeres del mundo deberían inspirarse en la Carta, un maravilloso instrumento y usarlo para denunciar las injusticias. Es lo que anhelo con todos mis fuerzas.

 

Ghislaine Sathoud

 

 

Originaria de Congo-Brazzaville, Ghislaine Sathoud es titular de una Maestría en Relaciones Internacionales y una Maestría en Ciencias Políticas. Militante feminista, es autora de poemas, relatos y obras de teatro. Vive en Québec desde 1996. Es integrante de muchas asociaciones literarias: la Asociación de escritores de lengua francesa, el Consejo Internacional de estudios francófonos y la Unión de Autores y artistas africanos en Canadá.

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Last modified 2005-10-12 05:37 AM
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